Los lectores fieles a este espacio, se habrán dado
cuenta de que, en ocasiones, se utiliza la ironía, en algunas de las
colaboraciones de Temas y sucesos.
El tema viene a colación, porque revisando un diario
que se edita en la capital del país, leí que durante su estancia en la pasada
Feria Internacional del Libro, celebrada en Guadalajara, Jalisco, el reconocido
periodista y escritor Vicente Leñero, dijo que la ironía es la mejor arma que
poseen el periodista y el escritor.
“La ironía es la mejor arma del periodista y el
escritor, nos reímos un poco de la realidad, de las personas. Un escritor sin
ironía se vuelve solemne, pedante; uno se ríe de sí mismo también”, dijo Leñero
en su participación en la FIL.
Allí están, para corroborarlo, los ejemplos del enorme
Jorge Luis Borges con su Historia
universal de la infamia y el gran escritor norteamericano Samuel Langhorne
Clemens, mejor conocido como Mark Twain, quien prácticamente en todas sus
obras, la más reconocida y aclamada Las aventuras de Tom Sawyer publicada en
1876, utilizó el recurso de la ironía.
En un ensayo, la argentina Silvia Raguza al abordar el
tema de la ironía, escribió lo siguiente: “…Según el diccionario de la lengua
española el vocablo ironía es una figura que consiste en dar a entender lo
contrario de lo que se dice pero también se puede observar como una burla fina
y disimulada.
Si nos atenemos a lo dicho por Jaime Rest el término
ironía utilizado en literatura se ha prestado a diversas y complejas
disposiciones, pero basados en la manifestación de conductas o enunciados que
parecen negar o prescindir un manifiesto conocimiento de que en realidad sucede
o sucederá lo contrario de lo expresado.
La ironía era un efecto típico de la tragedia griega,
en dónde los sucesos narrados eran conocidos por los espectadores e
intérpretes, pero pese a esto los personajes se representaban en la ficción
escénica como si se desconocieran las consecuencias nefastas de sus actos.
Elizabeth Sánchez Garay sostiene que la ironía se
suele confundir con la mentira, el cinismo, la hipocresía o el engaño. Pero el
irónico no pretende engañar, sino ser descifrado.”
Un servidor, que el año pasado cumplió 4 décadas de
andar lidiando con esto del periodismo, no me asumo todavía como periodista,
pues me falta mucho para serlo.
Estoy consciente de ello.
Y mucho menos, me asumiría como escritor.
Pero creo que tiene mucha razón el señor Leñero.
Por cierto, como ya lo mencioné alguna vez en este
espacio, no tengo el gusto de conocer personalmente a don Vicente, pero
recuerdo que me tocó participar en la labores de impresión del folleto que él
redactó sobre lo que se calificó como el
golpe al Excélsior, aquel 8 de Julio de 1976
y que se imprimió en los talleres de El Tiempo de La Paz, periódico ya
desaparecido y en el que laboré algún tiempo a mediados de la década de los
70´s.
Tres años después, Leñero escribió una novela con el
título, Los Periodistas, en el que
cuenta lo sucedido en esos pasajes de la historia del periodismo moderno
mexicano en el que el gran protagonista fue el controvertido, admirado y
respetado, Julio Scherer García.
Por lo pronto, como dice Vicente Leñero, dejemos que
la fantasía y la realidad se mezclen y que la ironía, sea una herramienta que
se utilice de vez en cuando para no ser tan solemnes…
La lectura es vida, lo demás…es lo de
menos…hzr@prodigy.net.mx
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