¿Es usted una de esas personas que buscaron una candidatura a un cargo de elección popular o gremial recientemente y no logró su objetivo?
Si es así, tal vez habrá sentido rabia y dolor.
Ganas de desaparecer de este mundo a quien le ganó la oportunidad o a quien usted piensa que se la negó.
Eso es normal.
Así solemos reaccionar la mayoría de los seres humanos.
No reflexionamos.
Actuamos por impulso.
Y eso, desde luego es malo.
Usted tiene que pensar en que al final de cuentas no perdió nada valioso.
Que ya habrá una nueva oportunidad en la vida para lograr lo que anhela.
Sobre todo si es un objetivo político.
Hace tiempo aquí frente al escritorio de mi oficina en el periódico, estuvo sentado un aspirante a un cargo de importancia en el ámbito sindical.
También se dio la coyuntura para que pudiera buscar una candidatura a un cargo de elección popular por esos días.
Le di unos consejos, sin ser yo un hombre sabio ni con los méritos suficientes para andar dando consejos a otros.
Pero tengo ese defecto: dar consejos.
La intención era hacerle entender que si no se dan a veces las cosas, hay que tomarlo con filosofía y pensar que ya será en otra ocasión. Que en realidad no se pierde nada.
Por azahares del destino el proceso para el cargo sindical tuvo que posponerse porque se atravesó el otro proceso, el electoral.
Finalmente, esa persona no logró el objetivo de ser candidato.
Me platicó entonces que el día en que se le dio la mala noticia de que no sería designado candidato, se fue a caminar muy molesto y con ganas de asesinar a quien se encontrara por el malecón de esta ciudad de La Paz.
De repente observó a un hombre falto de una pierna que hacía ejercicio en ese lugar en el que coinciden muchas personas que se ejercitan casi a diario.
Entonces recordó las palabras que yo le había dicho y reflexionó.
Si aquel hombre que había perdido una pierna, quien sabe de qué manera, enfrentaba la vida con optimismo y no se dejaba vencer por la adversidad, él que no había perdido prácticamente nada, aunque por esta vez no fuera candidato, no tenía por que reaccionar con enojo y odio.
Regresó a su casa y por la noche comentó con su esposa aquel episodio.
Igual le pasó al famoso golfista sudafricano Ernie Els cuando el año pasado durante un torneo que se celebró en su natal Sudáfrica él iba en primer lugar con unos dos golpes de ventaja, pero en el hoyo 18 para terminar el juego, cometió doble boggie, es decir doble falta y allí perdió la ventaja y con ello el triunfo.
Molesto a más no poder llegó a su casa y se encontró con su pequeña hija que había seguido el juego por la TV. Ella le dijo que un amigo de la escuela le había telefoneado para decirle que cuando veía a su papá jugando su hermanito menor se enfermó repentinamente y murió.
Entonces, Ernie Els reflexionó y al igual que nuestro personaje local, entendió que en realidad él no perdió nada ese día...
La lectura es vida, lo demás...es lo de menos...hzr@prodigy.net.mx
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