¿Crimen y castigo?
Hace cuatro años la indígena maya, Ysuri Zac Nicté Pol estaba embarazada. Hacía el aseo de su casa y cuidaba a sus dos hijos menores de cinco años. Ahora, esta mujer de 22, enfrenta una proceso penal por aborto y homicidio culposo.
Su declaración ministerial señala que el 17 de octubre pasado, mientras cargaba algunos muebles para modificar su ubicación, sintió un dolor. Luego observó una hemorragia que la obligó a trasladarse a los servicios de urgencias del hospital municipal en Felipe Carrillo Puerto, Quintana Roo.
El sangrado fue producto de un aborto espontáneo, dice ella pero aún así los médicos dieron aviso al Ministerio Público y, en cuanto fue dada de alta, las autoridades iniciaron una averiguación previa en su contra, por homicidio.
Unos días después el Ministerio Público detuvo a Ysuri Zac Nicté Pol, le dictó auto de formal prisión y, ahora, esta indígena originaria del poblado Lo Sabidos está presa en el Centro de Readaptación Social de Chetumal”.
Lo anterior fue publicado en la página 15 de El Universal, el día 8 de febrero del 2010.
¿Cree usted que Ysuri Zac sea una criminal desalmada?
Al no conocerla personalmente, es obvio que la respuesta quede en el aire.
Pero su caso, como el de muchas mujeres más de su condición social, debe hacernos reflexionar.
Ese mismo día leí otra nota que hablaba de que las otras dos mujeres indígenas otomíes que fueron encarceladas junto con Jacinta, a la que por este medio le envíe hace unos meses una carta y quien ya fue liberada, están todavía en prisión porque son unas ¡narcas!
Recuerde que fueron acusadas de haber ¡secuestrado! a seis elementos de la AFI.
En el caso de Ysuri Zac fue a parar a prisión porque en Quintana Roo el aborto, en cualesquiera de sus modalidades, está penado.
Es decir, para las autoridades judiciales de esa entidad cometió un homicidio y por lo tanto debe pagar su falta.
En las últimas semanas fueron detenidos Santiago Meza López alias El Pozolero, Teodoro García Simental, alias El Teo, Raidel López Uriarte, alias El Muletas y Juan Manuel García Simental alias El Chiquilín.
Entre estos cuatro personajes relacionados con el crimen organizado se echaron al plato, es decir les privaron de la vida a un medio millar de personas.
500 muertos tal vez parezcan pocos cuando vemos que por el terremoto que azotó hace unos días a la empobrecida Haití dejó 230 mil o más, sin vida.
Pero allá fue la naturaleza la que provocó su muerte.
Acá fueron estos cuatro individuos que además a la mayoría de los difuntitos ¡los hicieron pozole! ¿Quién es más criminal: ellos o Ysuri Zac?
Es cierto que ahora, El Teo, El Pozolero, El Muletas y El Chiquilín, están tras las rejas en una prisión de alta seguridad, pero cabe la posibilidad, dada la ineficiencia de nuestro sistema judicial e impartidor de justicia, que en algún momento salgan libres y con el clásico “ustedes disculpen”.
El tema por el que Ysuri Zac Nicte Pol fue encarcelada allá en Quintana Roo, es delicado.
Tiene mil aristas.
Es un tema, el del aborto, que tiene enfrentados en estos momentos a los mexicanos que están a favor o en contra.
A mí lo único que me preocupa, como en el caso de la pena de muerte, es que se cometen muchas injusticias cuando se aplica la ley, como sería el caso de la indígena referida.
Hace unas cuantas semanas la Suprema Corte de Justicia de la Nación ordenó la excarcelación de varios indígenas que habían sido acusados de participar en la matanza de Acteal de hace 13 años.
Y todavía hay muchos más, hombres y mujeres que están privados de su libertad, porque fueron víctimas de las injusticias.
La lectura es vida, lo demás…es lo de menos…hzr@prodigy.net.mx
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