jueves, 25 de marzo de 2010

001.24/10


Por: HUMBERTO ZAMORA RUIZ.
Enviado Especial.

TODOS SANTOS, B.C.S. MARZO 24/2010.-Javier Francisco Arredondo Verdugo jamás se imaginó que 10 años después de haber egresado junto con sus compañeros de la generación 1997-2000 de la escuela Secundaria Educadores de Baja California, regresaría en un frío ataúd a que le rindieran un homenaje, luego de haber sido víctima del enfrentamiento de elementos del Ejército mexicano y un grupo de sicarios, la madrugada del pasado viernes allá en Monterrey, Nuevo León.

“El rencor y el odio son una hiedra que trepa por el alma y la destruye”. Tal vez la frase no la escuchó nunca don Aureliano Javier Arredondo Rodríguez, pero ante esta tragedia que enlutó su hogar con la trágica muerte de su hijo, la hizo suya:

“No quiero odiar ni tener rencor porque eso lastima. Por mi diabetes debo evitarlo y sólo le pido a Dios que perdone a quienes mataron a mi hijo”, diría en entrevista previa al homenaje en la escuela secundaria donde estudió su vástago con excelentes calificaciones como las que obtuvo siempre a lo largo de su preparación académica.

Allí en el homenaje de la escuela secundaria estuvieron presentes, Aries Moreno Fernández, Juana Iris Frías Núñez, Juana Ortega Guluarte, Antonio de Jesús Avilés Beltrán, María Margarita Martínez Salgado, Erika Nayel Robinson Núñez, Aarón de Jesús Torres Salgado, Esmeralda Manríquez Martínez, Karina Elizabeth Amador Espinoza y Flora Elizabeth Márquez Agúndez. Sus maestros, sus padres, su hermana, su único sobrino y personas de todos los estratos sociales de Todos Santos que se sumaron a homenaje póstumo que ayer se le brindó a Javier Francisco Arredondo Verdugo. Desde el cielo lo observaba su abuela, Agripina Villalobos Márquez una de las más destacadas profesoras que dejaron huella en esta escuela secundaria y su abuelo Miguel Verdugo quien fuera delegado de gobierno en los tiempos en que Baja California Sur era territorio.

A las 12:00 hora del mediodía la carroza de la Funeraria San Juan de San José del Cabo arribó al edificio de la secundaria Educadores de Baja California. En el trayecto, el cortejo pasó frente a la partida militar de Todos Santos y más de alguno de los acompañantes debió haber recordado que fueron elementos del Ejército los que se vieron involucrados en el crimen de Javier Francisco. A esa hora se escuchó a lo lejos el repique de las campanas de la iglesia de Nuestra Señora del Pilar, aquellas campanas que también dice la famosa canción Hotel California que escucharon Don Henly y sus muchachos la ocasión en que pernoctaron en el hotel que lleva ese nombre y lo convirtieron en leyenda, aunque al paso de los años el líder de The Eagles afirmaría que ellos jamás estuvieron en Todos Santos.

Las primeras palabras del póstumo homenaje estuvieron a cargo del director de la escuela, Aloys Ramírez Aguilera quien dijo que Javier Francisco siempre sería recordado con cariño y admiración pues fue uno de los alumnos más destacados que han pasado por sus aulas. También habló, a nombre de la sociedad de alumnos, Cruz Alberto Durán Núñez, mientras un busto de don Benito Juárez ubicado frente a la explanada donde se llevaba a cabo la ceremonia fúnebre, observaba impasivo. A nombre de sus compañeros de generación habló el licenciado en administración de empresas Aries Moreno Fernández, con la voz quebrada por la emoción y la tristeza de ver a Javier Francisco allí en un féretro y no jugando con ellos como ocurría hace 10 años.

Después, el delegado municipal de Todos Santos, José Luis Castillo Camacho habló fuerte y en tono de reproche porque a todos los habitantes de este pueblo mágico, de paz y de trabajo “le dieron un latigazo”, privando de la vida a un joven ejemplar y disciplinado. Incluso le hizo un llamado al presidente Felipe Calderón para que, ante el fracaso de la lucha contra el crimen organizado cambie a los colaboradores que le han fallado y que se modifique la estrategia para enfrentar a los criminales porque “no es con plomo como se va a sacar a un país adelante”.

Luego, terminada la ceremonia, la chicharra que tantas veces Javier Francisco escuchó anunciando los recesos o bien la entrada y salida de clases, se oyó tres veces repetidas, pero este joven profesionista, orgullo de Todos Santos que se ha significado por dar excelentes frutos en sus pródigas huertas y frutos valiosos como el propio homenajeado, ya no la escuchó.

Las horas pasaron muy veloces para los padres de Javier Francisco desde que su cuerpo llegó a San José del Cabo por la vía aérea la tarde-noche del martes para luego ser trasladado a Todos Santos, distante a unos 60 kilómetros al sur de La Paz, lugar donde él nació pero que a los pocos meses se vino a vivir a la llamada Cuernavaca sucaliforniana.

Don Aureliano Javier Arredondo Rodríguez y su esposa doña Haydee Verdugo Villalobos son personas ya jubiladas. “Ella trabajó conmigo como secretaria cuando fui director del CECyT 02”, dijo el profesor Francisco Javier Moreno Munguía quien es director del Patronato del Estudiante Sudcaliforniano y quien asistió al sepelio. El laboró durante 30 años en el vivero del INIFAP que se localiza unos kilómetros delante de Todos Santos rumbo a Cabo San Lucas.

Con el trágico fallecimiento de Javier Francisco, a los esposos Arredondo-Verdugo les quedan su hija Reyna Haydee y su nieto Saúl, quien a su corta edad 4-5 años, no comprendía del todo la tragedia que, desde el pasado sábado, cuando les dijeron que su tío había desaparecido, han estado viviendo como una amarga pesadilla.

Javier Francisco Arredondo Verdugo, era un destacado alumno que cursó su educación preescolar, primaria y secundaria en Todos Santos. Luego se fue a estudiar a Mazatlán a una escuela preparatoria filial del Tec de Monterrey, donde al momento de su muerte, estudiaba un doctorado gracias a una beca de excelencia que se le había asignado por sus brillantes calificaciones en el Tecnológico de Saltillo, Coahuila en el que se graduó como ingeniero mecatrónico y luego hizo la Maestría. Había solicitado exámenes en La Universidad Panamericana y en la Universidad Autónoma de Guadalajara, pero le llegó la invitación del Tec de Monterrey ofreciéndole una beca para el doctorado y decidió aceptar sin pensar que no lograría alcanzar el doctorado porque unas balas asesinas que no se sabe quién las disparo, rasgaron el silencio de esa madrugada del viernes y también las vidas de Javier Francisco Arredondo Verdugo y de su entrañable amigo Jorge Antonio Mercado Alonso, quienes inicialmente en la confusión de los hechos fueron considerados como sicarios.

Alas 16:00 horas el cuerpo de Javier Francisco fue trasladado al templo de Nuestra Señora del Pilar, donde el presbítero Sergio Rentería Sánchez ofició, una misa de cuerpo presente. De allí, a las 5 de la tarde partió el cortejo fúnebre con el malogrado estudiante del Tecnológico de Monterrey quien fue sepultado al filo de las 6 de la tarde en el panteón municipal de Todos Santos acompañado de sus familiares, menos su madre que ya no pudo soportar tanto dolor y prefirió no ingresar al cementerio, amigos y de decenas de personas de todos los sectores sociales que le dieron el último adiós, recibiendo todos allí, el agradecimiento, con la voz entrecortada, de don Aureliano Javier por las muestras de dolor expresadas.

Finalmente, el cuerpo de Javier Francisco Arredondo Verdugo descansó para siempre en la cripta familiar, al lado de sus queridos abuelitos, mientras decenas de globos con leyendas que reclamaban justicia por su horrendo crimen, se elevaban al cielo acompañándolo en su viaje eterno...

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