No recuerdo con exactitud cuándo fue la primera vez que escuché hablar de él ni cuando lo vi físicamente.
Pero siempre me pareció un personaje interesante.
Obviamente fue durante la campaña presidencial del 94 cuando más supe de él:
Diego Fernández de Cevallos.
Incluso, me pareció muy extraño que luego de ganar aquel famoso primer debate de campaña presidencial transmitido por la televisión, desapareciera prácticamente del escenario electoral.
La conclusión lógica que saqué es que algo había negociado con el presidente Carlos Salinas, su amigo personal, para bajarle el ritmo a la campaña presidencial y no rebasar al candidato del PRI, Ernesto Zedillo.
Diego diría después que no fue así y que más bien fueron los medios los que no registraron sus actividades de campaña para generar esa impresión de que había negociado algo con sus adversarios políticos. Después, fue senador de la república.
Hoy, Diego Fernández de Cevallos está desaparecido.
O plagiado.
No lo encuentran después de que desapareció misteriosamente la noche del viernes en su rancho La Cabaña, allá en el estado de Querétaro.
Se supone que fue secuestrado.
Pero los captores que lo tienen, no han exigido rescate ni han dicho nada al respecto.
Este episodio que pone de manifiesto hasta dónde ha llegado la violencia en nuestro país, ha provocado opiniones encontradas.
Podremos estar o no de acuerdo con la forma de ser, como político, de Diego Fernández de Cevallos.
Podrá gustarnos o no su manera de decir las cosas.
Su forma de trabajar como abogado.
Su aspecto físico, etcétera.
Pero por encima de todo ello, está el Diego de carne y hueso. El ser humano. El padre. El hermano, el tío y quizás el abuelo.
Y por lo tanto tenemos que ser solidarios con sus familiares y pedirle al creador que lo regrese sano y salvo.
Por cierto recuerdo que en diciembre pasado, estando en la terminal aérea de la ciudad de México en espera de hacer mi trasbordo a la ciudad de Durango, platicaba con un señor que había llegado procedente de Chicago y que también se dirigía a aquella entidad para atender un litigio de tierras con su familia.
Tocamos el tema político de la inmigración y del papel que estaban jugando los políticos.
De lo que había pasado con Barack Obama y de la esperanza que él y millones de paisanos tenían en el primer presidente afroamericano de Estados Unidos de América.
Cuando abordábamos el papel que juega en la vida política del país y en las relaciones de México con EUA, el Congreso de la Unión, vi caminando a quien, a la distancia creí se trataba de Diego Fernández de Cevallos y se lo señalé a mi interlocutor.
Se asombró de que anduviera tan solo, es decir sin guaruras ni cosa parecida habiendo sido candidato presidencial.
De repente quedó casi frente a nosotros y entonces me di cuente que estaba en un error pues no se trataba del Jefe Diego sino del delegado de la Secretaría de Desarrollo Social en Baja California Sur, Félix Fernández González quien tiene un extraordinario parecido con el famoso político y abogado.
En eso, una mujer que también viajaría a Durango y nos identificó como paisanos, me pidió prestado el celular para hacer una llamada porque su padre había sido secuestrado en aquella ciudad y quería saber qué noticias tenían en ese momento sus familiares.
Cosas de la vida: ese día hubo una persona secuestrada y la confusión con Félix y hoy Diego está desaparecido...
La lectura es vida, lo demás...es lo de menos...hzr@prodigy.net.mx
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