Será que hay días en que uno anda muy sensible, pero la verdad es que no pude aguantar las de San Pedro, leyendo tres historias desgarradoras relacionadas con las muertes que está provocando el crimen organizado.
Y lloré ese sábado por la mañana, cuando le dedico tiempo a pergeñar estas líneas.
Es cierto que dicen que los hombres no deben llorar, pero yo insisto en que un ser humano sin sentimientos, es como una guitarra sin cuerdas.
Además, una de las historias se relaciona con la muerte de un colega allá en Ciudad Juárez, ocurrida el año pasado.
“¿Por qué mataron a mi papá? Ni modo que les haya hayan pagado mucho dinero. Si yo fuera presidenta metería a la cárcel al que mató a mi papá”, dice la pequeña Galia de 8 años quien extraña a su padre Armando Rodríguez muerto cuando se disponía a llevarla a la escuela y ya no pudo hacerlo pues lo asesinaron de 10 balazos dentro de su automóvil.
Jimena, su hermanita mayor y Elías su hermanito menor, también extrañan a su padre. Ella tuvo momentos de tristeza y de enojo y él añora con quien jugar a las luchas.
Cuando Armando fue a denunciar a las autoridades de la Procuraduría de Chihuahua, la titular de la dependencia, Patricia González le respondió que las tomara en serio y que mejor se fuera de la ciudad...
Daniel, de 11 años de edad, jugaba dentro de su casa porque su mamá creía que allí estaría a salvo de una bala perdida pues conocía de casos en los que alguien había resultado herido o perdido la vida andando en las calles.
Pero un día, una bala perdida de una persecución de militares a presuntos narcotraficantes, penetró en la casa donde Daniel jugaba con su perro y se le incrustó en una pierna.
El niño se desangró de inmediato y a pesar de que fue llevado a un hospital ya no alcanzó a llegar con vida.
Su hermano Joaquín, de 13 años anda bien triste pues ya no tiene con quien jugar y va muy mal en la escuela.
¿Valen la pena estas muertes para acabar con el narcotráfico?, le preguntó la reportera a la mamá de Daniel.
“Yo digo que no, nada vale la vida de nuestros hijos. A veces quiero creer que fue la voluntad de Dios, pero no, creo que no, no es voluntad de Dios que los niños se mueran de esa manera, es voluntad de los humanos. Pero tristemente yo digo que la muerte de Daniel no va a ser la última”, contestó la señora y tenía razón porque, dice la nota, ya van casi 100 niños y niñas que han muerto después de Daniel...
Perla, de 9 años, perdió a su padre el pasado 8 de marzo, asesinado a balazos por quién sabe quién.
Su padre la recogía en la escuela, la iba a ver y cantaba con ella su canción favorita “Cruz de Madera”.
Perla vive en Ciudad Juárez en una casa de ladrillo remendada con cartones y plásticos y estrena ropa y zapatos cada que algún vecino se los regala. En su casa abundan los problemas, pues su madre, Venia, tiene migrañas y nudos en la cabeza que no la dejan trabajar, su hermano quedó ciego por culpa del tumor que le creció en la cabeza desde los 11 años y a sus 18 le impide cualquier actividad y su abuelo, un mariachi de 68 años apenas tiene fuerzas para salir a trabajar.
Antes de morir, Jaime, el padre la fue a ver. Le llevó 10 pesos para la escuela y le dijo: “Cuídese mucho m` hija y cuide mucho a su mamá”. Nunca antes le había dicho esas palabras por lo que Perla cree que ya presentía su muerte. Se fue con unos amigos en un carro y luego los acribillaron, pero ella cree que a su papá lo mataron por error o porque fue testigo de la muerte de sus dos amigos.
¿Cuántas de estas historias no hay a lo largo y ancho del país, derivadas de esa lucha que el gobierno federal mantiene contra el crimen organizado y que la ha costado ya la vida a unas 23 mil personas en los últimos tres años?
¿Valdrá la pena tanta muerte? Usted tiene la respuesta…
La lectura es vida, lo demás…es lo de menos…hzr@prodigy.net.mx
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