Hace algunos años, me comentó un amigo que un amigo suyo que impartía clases en una escuela de educación media acá en La Paz, andaba vendiendo su automóvil para poder realizar la fiesta de 15 años de su adorada hija.
Honestamente, se me hizo que era una mala decisión, pero el amigo aquel que andaba vendiendo su auto dijo que los bienes son para remediar los males.
No se finalmente qué pasó pero lo más seguro es que aquel buen hombre se quedó a pie con tal de cumplirle a su hija con su fiesta de 15 años.
Además, lo bailado ya nadie se lo quita.
Pero al fin y al cabo, el dinero que pudo haber gastado en esa fiesta tan importante para su familia, era producto de su esfuerzo personal.
El tema viene a colación porque me pregunto si la ceremonia religiosa que hace unos días se celebró en el estado de Coahuila para el bautizo de Vanessa Lucía, también sus padres utilizaron el dinero producto de su esfuerzo personal.
Porque resulta que la bautizada, es hija nada más y nada menos que del gobernador de ese estado, mi tocayo Humberto Moreira Valdez y de su esposa Vanessa Guerrero de Moreira.
No tengo idea de cuánto dinero se pudo haber gastado el gobernante coahuilense en esa fiesta familiar.
Porque la fiestecita fue a todo lujo y a todo color.
El encargado de bautizar a la pequeña Vanessa Lucía fue nada más y nada menos que mi paisano el Cardenal Primado de México, Norberto Rivera Carrera.
Y los invitados, pura gente de primera clase en lo social y de la clase política.
Fue, como se dice coloquialmente, de pipa y guante.
Allí estuvieron, desde luego algunos colegas del gobernador, como mi paisano, otro más, el gobernador de Durango, Ismael Hernández Deras, el gobernador del estado de Hidalgo, Miguel Angel Osorio Chong, el gobernador de Nuevo León, Rodrigo medina de la Cruz y al gobernadora de Yucatán, Ivonne Ortega Pacheco, la que me imagino ya no le entra tan seguido a los papatzules y la cochinita pibil, pues se ve más delgada que cuando inició su administración.
Es más, hablo del tema porque vi publicadas dos páginas a todo color de ese evento en la sección Estilos del periódico El Universal.
Esta publicación tal vez no figura en los costos de la pachanga porque el dueño y su esposa fueron los padrinos de Vanessa Lucía.
Lo que sí tengo mis dudas, es acerca de si el dinero salió de los bolsillos del gobernante o de los contribuyentes de esa entidad de la república mexicana.
Y que conste, no es envidia, ni nada parecido.
Es simplemente que en un país tan jodido como el nuestro donde viven más de 90 millones de jodidos, unos más que otros, pues el resto viven un poco mejor, o un mucho como el mandatario coahuilense, como que este tipo de eventos sociales son como una bofetada a la miserable existencia de quienes se parten el alma todos los días y a veces hasta con horas extras para poder llevar el sustento a sus casas.
La nota no habla del menú que se sirvió en una hacienda del Valle de Parras, pues sólo se subraya que se degustaron exquisitas viandas y finas bebidas.
Al ver los apellidos de los asistentes a este jolgorio por el bautizo de Vannylú, como le dicen de cariño sus padres, me hizo recordar que hay niveles sociales y económicos y que hay que adaptarse cada quien al suyo.
Como la mucama de la extinta María Félix, que un día en que la doña llegó casi al amanecer a su casa ataviada con un hermoso abrigo de visón, le preguntó: ¿Hay patroncita y como le hiciste para ese abrigo tan caro? “Un palito de 50 mil pesos y listo”, contestó la sonorense con su voz inconfundible. Al día siguiente Domitila no apareció y pasado un mes llegó también en la madrugada y ataviada con un hermoso abrigo de mink. Al verla la doña, asombrada, le preguntó: ¿Domitila, como le hiciste para conseguirte ese abrigo tan caro? ¡Hay patroncita, con 50 mil palitos de a peso!...Hay de niveles a niveles, ¡ni modo!
La lectura es vida, lo demás...es lo de menos...hzr@prodigy.net.mx
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