“¿Alguna vez ha pensado qué sería de México si lo gobernaran cómicos?”.
Estaríamos mejor; por lo menos más divertidos que con estos gobernantes que tenemos y que se andan inventando remates para sus chistes. Estaríamos jodidos pero más divertidos.
¿Y si México fuera una carpa?
A veces México es una carpa. En las cámaras hay muchos días en que carpean. Y hay un elemento (que se apellida Noroña) que es patiño, rematador y ballet de su propio espacio”.
Lo anterior es parte de una entrevista que publica El Universal a Rafael Inclán y a Humberto Elizondo con motivo de su la puesta en escena de Entrevista con el filósofo Portugal, una especie de conferencia en tono de sátira impartida por un erudito brasileño que revisa las costumbres de los políticos mexicanos.
Inclán, ese actor cómico que vimos lanzado al estrellato en aquellas famosas películas sobre ficheras con la Sasha Montenegro, la Carmen Salinas, etc., es el que habla de que si México fuera gobernado por cómicos, estaríamos mejor o al menos más divertidos.
De hecho hay muchos estados de la república mexicana donde los políticos que los gobiernan, parecen unos verdaderos payasos, con el debido respeto para quienes se dedican a este oficio.
Es cierto que en la antigua Roma la consigna de sus gobernantes era ofrecerle al pueblo, pan y circo, pero aquí por lo regular siempre se les pasa la mano y nos dan más circo que pan.
Y que conste que no me refiero al partido político, sino a los bolillos, las conchas y las chilindrinas.
A propósito hace poco recordaba que cuando era niño seguido le escondía el triciclo en el que repartía pan don Benito Vidales, padre de Rubén el ex dueño de la panadería Karla y de otros muchachos que también eran panaderos como Tiburcio que tiene panaderías acá en La Paz y en Los Cabos.
Nos gustaba ir a la panadería de ellos porque cuando sacaban el pan calientito nos ofrecían algunas piezas que degustábamos con un gran placer.
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