Para muchos ciudadanos y ciudadanas que creemos en la democracia y en el juego limpio de las contiendas electorales, lo del 4 de julio fue un verdadero cochinero.
Hoy a la distancia y revisando lo que pasó antes, durante y después de ese domingo me pregunto si en verdad vale la pena ir a votar.
No pretendo, de ninguna manera, cuestionar la legitimidad del voto, sino de si tiene algún sentido acudir a las urnas cuando todo lo relacionado con las elecciones se ha convertido en un verdadero desmadre.
En un auténtico cochinero, pues.
Primero, asistimos a la unión de fuerzas entre los partidos PAN y PRD que tienen plataformas ideológicas totalmente opuestas pues en el espectro político mexicano el primero se ubica a la derecha y el segundo en la izquierda.
Luego, vinieron los grandes trapecistas otra vez: aquellos que van saltando de partido en partido no para defender, apoyar y servirle a la gente sino para conquistar el poder y servirse de este.
Las dirigencias nacionales del PAN y el PRD tuvieron que darle un ultimátum a Mario Valdez López unas horas antes de que cerrara el registro de candidato a la gubernatura de Sinaloa abanderado por esos dos partidos.
MALOVA era un senador con licencia que pertenecía hasta esos momentos al Partido Revolucionario Institucional.
Luego vino el asesinato de aquel candidato a presidente municipal postulado por el PAN en Valle Hermoso, Tamaulipas.
La sorpresa de la detención y posterior encarcelamiento de Gregorio Greg Sánchez, candidato del PRD a la gubernatura de Quintana Roo.
Antes la invalidez de la candidatura del abanderado del PAN, Martín Orozco a la gubernatura de Aguascalientes.
Enseguida las acusaciones de los priistas al gobierno federal de Felipe Calderón de estar apoyando a los candidatos del PAN y de la alianza PAN-PRD en las 14 entidades donde ese domingo hubo elecciones locales.
Después, las famosas grabaciones a los gobernadores de Veracruz, Fidel Herrera y de Oaxaca, Ulises Ruiz (que no es mi pariente, ni lo mande Dios) y las acusaciones que de ello se derivaron con todo y aquello de que si fue legal o ilegal el difundirlas.
Lo del asalto a la casa de campaña de Xóchitl Gálvez, candidata de la oposición al PRI en Hidalgo.
A tres días de las elecciones, vino el cobarde asesinato de Rodolfo Torre candidato del PRI a la gubernatura de Tamaulipas.
El reparto de despensas previo y durante la jornada electoral en la mayoría de los estados.
Y la reactivación de viejos procedimientos y mañas para movilizar a los votantes como la operación Armadillo que aplicó Ulises Ruiz en Oaxaca y que hicieron recordar a aquellas de antaño, como ratón loco, tamal, manitas, etcétera.
Y los grupos de choque como el de Los Pelones que en una región de Veracruz activó el PRI.
¿Es la lucha electoral un objetivo para ayudar al pueblo?
No lo creo y más bien fue por los 350 mil millones de pesos que el año próximo manejarán como presupuesto, los gobernadores triunfantes en las 12 entidades en las que hubo elecciones.
La mejor definición del cochinero que fue el 4 de julio, es una caricatura que publicó un diario de circulación nacional: un par de marranos jugando al fútbol con una urna. ¡Linda cosa!
La lectura es vida, lo demás...es lo de menos...hzr@prodigy.net.mx
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