Cuando José López-Portillo lloró luego de anunciar la nacionalización de la banca, yo también lloré y no porque odie a los banqueros.
Reconozco que son unos chupasangre pero, como ya lo he dicho en otras ocasiones, en el diccionario de mi corazón no existe esa palabra, odio, ni tampoco rencores.
Lloré porque a partir de ese momento en que el entonces presidente de la república nacionalizaba los cancos mexicanos, mi pago mensual hipotecario de casi 350 mil pesos se reducía a unos 17 mil pesos en promedio.
Yo no ganaba esa cantidad de dinero y no me explico, hasta la fecha de que manera pude cumplir con ese compromiso crediticio tan pesado que a veces no me dejaba conciliar el sueño. Pero el gozo se fue muy pronto al pozo.
A los pocos meses la mensualidad volvió a subir vertiginosamente y otra vez se fue a las nubes, aunque ya no alcanzó el rango que tenía antes de aquella acción tan cuestionada de López Portillo.
El tema viene a colación porque hace unos días quienes hacemos uso de los servicios bancarios con frecuencia, nos alegramos de que, por fin, el Banco de México ponía orden en lo referente a los cobros de comisiones que aplican las instituciones bancarias y que ya nos tenían hasta el copete.
Cual imitación del Chapulín Colorado, el Banxico al fin escuchó nuestros ruegos y vino en nuestra ayuda.
Es obvio decir que primero fueron los diputados federales y los senadores los que modificaron la ley para que el Banxico pudiera actuar y regular el cobro de comisiones, el que, según cifras dadas a conocer hace unas semanas le representaba a los bancos que operan en el país, ganancias hasta por más de 45 mil millones de pesos.
Y como les estaba yendo tan bien con el cobro exagerado de comisiones, los banqueros no se preocupaban por incentivar el crédito afectando con ello el desarrollo de México.
Si usted le debía, por ejemplo 300 pesos de alguna de sus tarjetas al banco de su preferencia y, por algún motivo no pagaba a tiempo la mensualidad, le estaban cobrando 250 pesos por pago retardado y algún banco otros 250 por pago extemporáneo.
Negocio redondo.
Por eso me alegré cuando escuché la noticia de que la mayoría de las comisiones leoninas desaparecen.
Pero resulta que, según leo en un diario de circulación nacional, los banqueros están estudiando ahora qué nuevas comisiones podrían aplicarnos a los cuentahabientes pues las nuevas disposiciones del Banxico no lo prohíben.
O sea que de todas maneras nos la van a dejar caer y despacito para que no nos duela.
Estoy de acuerdo en que los bancos deben ser negocios rentables y no instituciones de caridad. Pero que no se la jalen los banqueros.
Además, las instituciones bancarias existen porque nuestro dinero se guarda en sus arcas y a pesar de ello, hay bancos en que nos dan un trato de pordioseros.
Bueno con decirle que apenas hasta hace unas cuatro o cinco semanas un banco pudo ofrecer a sus clientes sillas para esperar turno.
Eso no lo podían hacer porque otro de los bancos había registrado ese servicio en exclusiva. ¡Linda cosa!
La lectura es vida, lo demás…es lo de menos…hzr@prodigy.net.mx
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