Ordenando mis cancioneros del Toca Todo Fácil, encontré uno de El Tri de Alez Lora y de Rodrigo González y una de las canciones de este último motivó el tema de este día.
La canción se titula Canicas.
Si, así simplemente: Canicas.
De inmediato me transporté a mis años mozos cuando jugaba a las canicas.
Y estoy seguro que todos aquellos varones que lean estas líneas también sentirán nostalgia por esas bolitas de cristal o de otro material, que, junto con el trompo, el balero, el yo-yo y otros juguetes que, ante los avances tecnológicos de hoy día, ya están quedando en el olvido.
Dice la canción de Rodrigo González:
Esta historia que les voy a relatar-Es de un hombre rico que tenía-Lo que quería=Más ese hombre rico-Tenía una afición-Eran las canicas-Que serían su perdición.
Tenía muchas canicas de muchos colores-Grandes medianas cayucos y balines.
También tenía agüitas y ojos de gato-Y una que otra de barro-Para no discriminar.
Un día que él estaba jugando a las canicas-ganó el partido y se puso muy contento=Tan contento estaba que las quiso probar-Un cayuco una agüita y un balín agarró=Y se las tragó, sí-Y se tapó-Y se murió-Y todo por comer-Canicas.
Si también a ti te gustan las canicas-Y algún día tienes ganas de probarlas-Ve a la tienda de la esquina-Y compra muchos chicles-Chicles de bola-Y masca hasta cansarte=Pero nunca vayas a comer.
Canicas, canicas, canicas No, no,no,no-No comas canicas-No,no, no, no-Pues te puedes tapar.
No, no, no, no-Luego no me platicas-No, no, no, no-En qué vas a quedar=Yo te suplico querido primo-Amigo hermana-Nunca vayas a comer-Cani-i-cas.
Debo confesar que este tema nunca lo he escuchado en la radio.
Y es que Rodrigo González, un cantante tamaulipeco mejor conocido como Rockdrigo y a quien se conoció con el alias de El Profeta del Nopal no era un cantante comercial y tuvo sus mejores momentos en los ochentas siendo ya, al igual que el Alex Lora líder del Tri, una figura iconográfica del rock mexicano.
Para quienes no lo conocieron en persona o supieron de su existencia pues murió a los 35 años, es el papá de la rockera Amandititita, quien con ese nombre más bien parece hija de Vicente Fernández, por aquello de mi hijo Chentititito.
Pues bien decía que esa canción de Rockdrigo me hizo recordar la época en que disfruté con enorme placer, el jugar a las canicas.
Recuerdo que mi padre compraba en Guadalajara o México, bolsas de canicas para revenderlas en la tienda de nuestra propiedad allá en el pueblo duranguense donde pasé mi infancia, recreado en las películas, Pueblo de Madera y Vidas Errantes de mi amigo de el director de cine Juan Antonio de la Riva, quien por cierto me mandó hace unos días un correo para informarme que renunciaba al Instituto de Cultura del gobierno estatal de Durango para regresar al Distrito Federal a continuar con su faceta de director de cine y que en breve llegará a las salas cinematográficas su más reciente creación, Erase una vez en Durango en la que hace una retrospectiva de todas las películas que se han filmado en escenarios naturales de esa entidad y de los que John Wayne siempre estuvo enamorado.
Debo confesar que yo nunca fui muy buen jugador de canicas.
Siempre me pelaban mis adversarios y solía robarle a mi hermano Wilfrido sus canicas por lo que con frecuencia salíamos de pleito.
Había, como dice la canción de Rockdrigo, de muchos colores, de vidrio, balinas de acero y algunas de barro o cemento, las que luego echábamos a la lumbre para que explotaran.
¡Canicas, canicas, canicas!
La lectura es vida, lo demás…es lo de menos…hzr@prodigy.net.mx
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