Lo había escuchado en sus presentaciones en Siempre en domingo, con Raúl Velasco, o con Jacobo Zabloudowsky en sus 24 horas o aquellas cápsulas que se transmitían de su gira Lo Cortéz no quita lo Cabral, pero nunca lo había escuchado en vivo.
Debo reconocer que lo hice de gorra pues aquí con el periódico hubo una especie de intercambio al contratarse la publicidad para su presentación en el Teatro de la Ciudad el pasado viernes 17 de septiembre y se me obsequiaron dos boletos.
Por una u otra razón no había asistido a su concierto las veces anteriores, pero dada la edad que ya tiene Facundo Cabral -73 años- será difícil volverlo a ver en vivo y a todo color pues es un cantautor que recorre el mundo haciendo honor a que ni es de aquí ni es de allá.
Para algunos, Facundo Cabral ya no canta igual.
Es obvio pues los años no pasan en balde y como él mismo dijo ese día, al menos Dios es generoso con él porque poco a poquito le va quitando lo que alguna vez le dio: la vista, los oídos, la voz, etcétera.
Pero la verdad que oír a este trotamundos rebelde, es todo un agasajo.
Sobre todo para quienes nos gusta escuchar a los personajes que tienen una extraordinaria fluidez en su expresión verbal, como es el caso de Facundo.
Y más, cuando filosofando, nos dan lecciones de vida.
Es más, debo confesar que verlo allí en el escenario del Teatro, apoyado en su bordón y acompañado de esa musa que es su guitarra, y luego escucharlo hablar, me producía envidia. Pero envidia de la buena.
¡Qué diera yo por poder expresarme como Facundo Cabral!
Con toda ese bagaje de vivencias contadas de una forma que atrapa la atención y lo traslada a uno a lo que está narrando.
Porque como él mismo lo dijo, cuando a la Madre Teresa de Calcuta que fue su amiga y a la que entrevistaban en día en Nueva York con Facundo a un lado suyo, un periodista le dijo que si era amiga de artistas cantantes y ella preguntó que como cuáles. “Ese que está allí a tu lado, Facundo Cabral, es artista de la Argentina”. La mujer más humilde de la tierra dijo que su amigo no era artista ni cantante, sino testigo.
Y eso es lo que Facundo dice que ha sido a lo largo de estos fructíferos 73 años de vida, que él dice que son más bien cincuentaypico porque unos 14 años no están inventariados en su existencia pues no tenía conciencia de quién realmente era y que papel vino a desempeñar en este mundo.
Dice que un mendigo o vagabundo como él, un día en un lugar de playa le dijo que él era un príncipe y se quedó perplejo ante tal afirmación pues no era más que el hijo de Sara una mujer argentina que vivió luego del abandono de su marido unas aventuras dignas de una heroína de historieta.
No, lo de príncipe le dijo aquel viejecito trotamundos, era porque a los hijos del Rey les dicen príncipes y a las hijas princesas. Y Facundo era un príncipe, por ser hijo de Dios, el verdadero Rey, no como los de España, Inglaterra u Holanda.
Si para un servidor es un agasajo escuchar hablar a un César Luis Menotti, el entrenador de fútbol que hizo una vez campeona mundial a la Argentina, escuchar a Jorge Valdano que fue un jugador de esa selección ganadora y ahora es un alto directivo del Real Madrid, escuchar a Facundo fue una experiencia inolvidable.
Siempre he admirado a los hombres o mujeres que tienen la virtud de expresarse con una riqueza de lenguaje y sobre todo, cuando se trata de temas de superación o de fortalecimiento espiritual.
Es cierto que el Teatro de la Ciudad no estuvo a reventar con Facundo, pero creo honestamente que la mayoría de los que fuimos a verlo ese día, con boleto pagado o de cortesía, salimos convencidos de que hombres como él, son universales y no deberían abandonar nunca este mundo.
Cerca de la medianoche mientras tomaba un refrigerio por un restaurante que está sobre el malecón costero, vi pasar a Facundo en una modesta camioneta roja con azul con la leyenda de Taxi. Supuse que venía del Teatro donde se quedó a firmar autógrafos y se dirigía a su hotel.
Bien pudo haber pasado un una limousina, una Suburban u algún otro vehículo de lujo, pero Facundo Cabral, no es de los que suelen hacer eso.
El, simplemente, es Facundo Cabral.
La lectura es vida, lo demás…es lo de menos…hzr@prodigy.net.mx
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