Como en los shows aquellos en los que sale un par de cómicos o payasos que empiezan a discutir y luego amenazan con liarse a golpes y al final todo es puro cuento y terminan tan amigos como siempre, algo similar parece suceder con los llamados que hace el presidente Felipe Calderón a los actores políticos del país para dialogar y buscar la solución definitiva a los problemas que nos aquejan.
Por enésima ocasión, y con el marco de la lectura del mensaje político relativo al cuarto informe de gobierno, el presidente de México convocó a los partidos políticos, líderes empresariales y a la sociedad en general a unir esfuerzos por el bien de la sociedad mexicana.
Loable llamado, sin duda alguna, pero es como predicar en el desierto.
Ya lo he subrayado en este espacio, pero es necesario repetirlo:
Los mexicanos no somos dados a trabajar en grupo, no se nos da.
Somos individualistas por excelencia.
Revisemos los logros deportivos y, salvo ese campeonato mundial que ganaron los juveniles sub 17 de fútbol y el que ganaron hace ya medio siglo y apenas hace unos días en béisbol infantil, la verdad es que en deportes de conjunto no sobresalimos.
Allí está el fútbol.
En deportes individuales tenemos varios lauros, como es en el boxeo, en clavados, en ciclismo, en marcha, en tenis, etcétera.
Por eso es que no creo que nadie vaya a mover un sólo dedo para reaccionar al llamado presidencial del pasado 2 de septiembre de este año.
Eso sí, en declaraciones de apoyo, nadie nos gana.
Todos los actores políticos opinan que están dispuestos al diálogo y la concertación y a sumar fuerzas con el presidente y su gobierno.
Pero en la práctica, todo se desmorona como castillo de naipes.
Revisemos las tres últimas décadas y nos vamos a dar cuenta de que no jalamos todos parejos.
Desde más tiempo atrás, en efecto, pero se ha notado esa falta de solidaridad y de disposición a ir como los mosqueteros, a enfrentar nuestros problemas.
El propio presidente Felipe Calderón lleva lo que va de su sexenio, llame y llame a la unidad y a la conjunción de esfuerzos.
No lo ha logrado.
Los opositores argumentan que si le ayudan, si le tienden la mano, ya no podrán volver a gobernar este país pues el presidente capitalizará para su partido, el PAN, los logros.
Es una falacia.
Hay que dejar atrás esos argumentos retrógradas que lastran el desarrollo de México.
Pero no lo hagamos con el oportunismo y cinismo con que lo hicieron, por ejemplo, las dos empresas televisora más fuertes de este país con ese mamotreto de Iniciativa México que termina en un redondo negocio económico para los Salinas y los Azcárraga.
Lástima por la gente que se esmeró en enviar sus proyectos, de los cuales muchos tienen viabilidad y pueden ayudar a la gente.
Lo malo es que hubo un burdo engaño con tal de seguir llenándose las alforjas de dinero fácil TELEVISA y TV Azteca.
Así las cosas, no me quedaría más que decirle al presidente, esa frase que se hizo famosa, precisamente en un programa televisivo hace ya algún tiempo:
¡Lástima Margarito!
La lectura es vida, lo demás…es lo de menos…hzr@prodigy.net.mx
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