“Veracruz no está solo”, decía la manta alusiva a la tragedia que han vividos miles de familias veracruzanas a raíz de las lluvias atípicas que se han presentado en aquella región del país.
Y a la mejor Veracruz no está solo, pero si los centros de acopio que se instalaron para recibir ayuda para los damnificados por las lluvias.
Al menos así se vio el centro de acopio que instaló la SEDESOL afuera de sus oficinas delegacionales en esta ciudad capital.
Es posible que la situación económica que estamos viviendo la mayoría de los mexicanos sea uno de los motivos por los que la respuesta solidaria de los paceños no se dio como otras veces.
Pero también podría haber otras motivaciones.
Como el desencanto que provoca enterarse de que en muchas ocasiones, la ayuda que se da mediante los donativos, no llega a los que realmente la necesitan.
Casos de esta naturaleza ya hemos visto varios.
Aquella famosa ayuda que se envió a Chiapas hace algunos años desde Tijuana y que fue desviada para otros fines.
O aquel descubrimiento que se hizo de unos remolques cargados con una gran cantidad de víveres que se aportaron para ayuda de los damnificados de una zona del estado de México.
Y así la lista sería largo de enumerarla.
Un caso más reciente que se presentó, precisamente en la región de Veracruz, es el de que un presidente municipal priista de Medellín de Bravo, Rubén Daría Lagunes se quedó con 800 despensas que estaban destinadas a habitantes de esa comunidad que fue una de las más castigadas por las inundaciones provocadas por el paso del huracán Karl en los últimos días de septiembre.
El edil alega que no había la intención de quedarse con esas despensas y que si las habían trasladado a un rancho de su propiedad fue porque se consideró que en las oficinas del DIF municipal a cargo de su esposa, donde se encontraban luego de ser recibidas de parte del gobierno federal, corrían peligro de ser afectadas por el agua y que por ello se decidió, mediante acuerdo de Cabildo, que se almacenaran en su rancho.
Pero, a pesar de que los habitantes de Medellín de Bravo necesitaban los alimentos y demás productos que integran las despensas, estas no se entregaron a tiempo y eso fue lo que despertó sospechas y la investigación del gobierno federal al respecto.
Los mexicanos solemos ser solidarios y muestra de ello se dio de manera extraordinaria cuando el terremoto del 85.
Fue tal la solidaridad de los connacionales que opacó los esfuerzos que hizo el gobierno de Miguel de la Madrid al respecto, además de que siempre se ha dicho que la reacción de su gobierno fue tardía.
Otra muestra de esa gran solidaridad mexicana la dimos con el envío de donativos para los habitantes de Haití, luego del pavoroso temblor que este año provocó en aquella pobre y atrasada nación, al menos unos 200 mil muertos.
Aquí en La Paz, recién acaba de cumplirse un aniversario más de una fecha que fue trágica para sus habitantes y que dejó un testimonio de la solidaridad del pueblo mexicano pues después del 30 de septiembre de 1976 cuando el ciclón Liza golpeó esta región, llegó la ayuda de los habitantes de otras regiones del país.
La gente si coopera y responde al llamado a la solidaridad, pero acciones de pillaje cometidas por servidores públicos, provoca que la ayuda ya no llegue con una buena respuesta. Por desgracia.
La lectura es vida, lo demás…es lo de menos…hzr@prodigy.net.mx
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