“¡Oh Pancho Villa!, go ahead”.
Así se expresó aquel agente de Migración de los Estados Unidos de América, cuando vio que en mi pasaporte se consignaba que yo nací en el estado de Durango.
Fue una de las tantas veces que he ingresado a territorio de los americanos del norte y debo confesar que me sentí orgulloso de que aquel agente migratorio hiciera alusión al nombre del famoso centauro del norte, mi general Francisco Villa.
Debo entender que esa expresión obedeció a que la historia consigna que Pancho Villa es el único extranjero que ha invadido al vecino país del norte, en aquel episodio de la población llamada Columbus en el estado de Ohio, lo que desencadenó aquella famosa expedición punitiva encabezada nada más y nada menos que por uno de los héroes norteamericanos de la I Guerra Mundial, el general John J. Pershing.
Al igual que el agente de Migración yo también he creído que Pancho Villa el frente de un puñado de sus famosos Dorados ingresó por la fuerza de las armas al poblado de Columbus provocando caos y muerte.
Eso es lo que dice la historia.
Pero, ahora que en diciembre leí el libro Itinerario de una pasión, los amores de mi general escrito por Rosa Elia Villa nieta de Pancho Villa se menciona que en realidad el famoso jefe de la División del Norte nunca llevó a cabo un acto de esa naturaleza sino que se trató de una jugarreta de sus adversarios para inculparlo y exhibirlo como un criminal y ladrón, aprovechando que, según corrían las versiones, Doroteo Arango alias Pancho Villa había sido un bandolero antes de ser el famoso líder de los revolucionarios del norte.
Es cierto que esta obra literaria es una historia novelada.
Pero conociendo más a fondo cómo pensaban en realidad don Venustiano Carranza y el general Alvaro Obregón, no es descabellado que lo ocurrido, primero en Santa Bárbara del estado de Chihuahua y luego lo de Columbus, pudo haber sido una estratagema de ellos para afectar la figura popular y querida de mi general Villa.
Y lo lograron a medias, porque al final de cuentas no pudieron evitar que Francisco Villa fuera uno de los iconos revolucionarios más recordados por los mexicanos.
Hay cerca de 75 corridos que hacen alusión a mi general y ninguno que hable de Carranza y Obregón, al menos positivamente.
Y es que por las manos de Pancho Villa pasó tanto dinero, en efectivo, en oro y en especie y jamás se quedó con algo de ello.
Todo lo invertía para equipar y pagarle a sus muchachitos de la División del Norte o para apoyar a las viudas de la Revolución o para impulsar la educación de sus huérfanos.
No por nada el ejército que lideró Pancho Villa fue reconocido como el más disciplinado y leal de la época de la Revolución Mexicana.
Y él fue un revolucionario preocupado por sus hermanos de raza, a los que siempre quiso arrancar de la miseria y la opresión.
No he leído mucho acerca de Francisco Villa, debo confesarlo.
Pero la novela de su nieta me dejó profundamente impresionado.
Habla de los amores de mi general que también en eso se inventaron muchas leyendas en torno a su figura atribuyéndole cerca de una treintena de matrimonios pero que en realidad fueron poco menos de 20.
Eso si, Pancho Villa no violaba mujeres y las tomaba por la fuerza.
Ellas lo buscaban, sin que tuviera que ver su status social.
Pero esa, esa como dijo la Nana Goya, es otra historia…
La lectura es vida, lo demás…es lo de menos…hzr@prodigy.net.mx
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