Si bien hubo un sacerdote apodado el Padre Pistolas, ninguno de los prelados de la Iglesia Católica había disparado un arma dentro del ritual de la Santa Misa, como lo hizo en repetidas ocasiones el párroco de la iglesia de Santa Julia en Pachuca Hidalgo, Marcos Leal.
No quiso emular a su tocayo Marcos, el subcomediante, perdón el sub comandante.
Y no crea usted que era un admirador de El Tigre de Santa Julia que asoló en el siglo pasado a una región del país, hasta que fue atrapado con los pantalones abajo, haciendo sus necesidades fisiológicas.
De allí aquello de que a quien lo pillan haciendo del 2 se dice que lo atraparon como al Tigre de Santa Julia.
Tampoco el sacerdote pachuquín -por lo de Pachuca- era admirador de Rambo de la pantalla grande o algún otro personaje de los Cómics, como Roy Rogers, Read Ryder, El Llanero Solitario o El Payo.
No: ¡simplemente se le ocurrió utilizar una pistola al final de cada misa!
¿Y la disparó? En repetidas ocasiones.
¿No hirió o mató a alguno de los feligreses? Tampoco. ¿Entonces?
Bueno la información sobre este curioso caso dice que el padre Marcos Leal, de repente le dio por utilizar una pistola, pero ¡de agua!, al final de la misa para esparcir el agua bendita y así purificar a la mayoría de los feligreses que acuden a la iglesia de Santa Julia.
¡Sí, una enorme pistola intergaláctica de agua!
La utilizó en varias ocasiones y luego la guardó con el argumento de que la PGR se la había decomisado.
El párroco recibió la orden para ser cambiado a la iglesia de la colonia PRI-Chacón por órdenes del Obispo Pedro Aranda-Díaz.
El domingo 3 de septiembre, ofició la última misa a la que asistieron unos 800 feligreses y como era la misa de despedida, el sacerdote decidió sacar otra vez su dichosa pistolita intergaláctica y cuando concluyó la misa empezó a disparar chorros de agua a los asistentes los que le aplaudieron por espacio de 5 minutos.
Explicó que el utilizar la pistola de agua fue con el deseo de acercar más a los niños y los jóvenes a la misa dominical y que nunca lo hizo como una falta de respeto a la Iglesia y que más bien era una forma de hacerle ver a la gente que Dios es alegría y diversión sana.
Los feligreses recogieron firmas para pedirle al Obispo que el padre Marcos Leal permaneciera en la iglesia de Santa Julia, pero no se sabe qué es lo que va a pasar.
Leyendo esta curiosa nota, recordé una anécdota de uno de los padres combonianos de origen italiano que vinieron a predicar la palabra de Dios en BCS.
Uno de ellos fue enviado a San Antonio.
Todo estaba muy bien. El párroco se identificó bien con todos los pobladores y estos con él.
Como a los tres meses, en la misa dominical, el padre empezó a hacer un reclamo a las mujeres que asistían a misa.
“Hijas mías: me he dado cuenta de que a la misa muchas de ustedes traen las mismas pantaletas de siempre”. De inmediato las asistentes a misa se miraron con cara de asombro unas a otras. Continuó con el regaño en su acento italiano:
“Unas traen ya las pantaletas muy rotas o desteñidas. A otras se les salen los pelos por los agujeros que tienen. ¡Urge que cambien de pantaletas!”.
En eso, el padre sintió un jalón de sotana. Era el monaguillo que le dijo preocupado: “Padre no se dice pan-ta-le-tas. Se dice ¡PA-ÑO-LE-TAS..!”
La lectura es vida, lo demás...es lo de menos...hzr@prodigy.net.mx
No hay comentarios:
Publicar un comentario