Ante la carencia de científicos en México, deberíamos habilitar a nuestros políticos como tales.
¿Es mafufada o qué?
¡No, de ninguna manera!
Lo que pasa es que nuestros políticos son excelentes para encontrar fórmulas:
Encontraron la fórmula para repartirse el pastel del poder, sin despeinarse.
Y si no fíjese en el copete gél-ido de Enrique Peña Nieto.
Es como aquella frase de que entre mujeres podrán despedazarse, pero jamás se harán daño.
Tampoco los políticos se hacen daño.
Sólo en apariencia.
Descubrieron la fórmula de la simulación y con ella nos tienen encantados.
Cuando se les acusa de malversación de fondos y de utilizar los presupuestos para su propio peculio, salen con la fórmula esa de que sus adversarios políticos los quieren desacreditar.
Véase los casos de la ex gobernadora de Zacatecas, Amalia García, del ex gobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz, de Mario Marín ex gobernador de Puebla o de Narciso Agúndez, ex gobernador de BCS.
Ellos dicen muy ufanos que al acusaros de malos manejos de los recursos económicos y financieros que tuvieron bajo su responsabilidad sexenal, sus adversarios políticos sólo buscan mostrarlos a la sociedad mexicana como unos ladrones, cuando no lo son.
Ese es un oficio de gente decente.
Como aquel ratero que dijo que había robado en casi el 50 por ciento de las residencias de la ciudad de México.
“Yo no soy ratero, señortita, soy ladrón”, le dijo muy ufano a una de las periodistas que le preguntó que si él era ratero.
Otra fórmula que encontraron nuestros políticos es la de ser unos expertos trapecistas, sin siquiera haber pasado por el circo.
Bueno ellos lo hacen en el circo político.
Y es una fórmula tan efectiva que ahora ya nadie se avergüenza de andar brincado de partido en partido, como si nada.
Y también de hueso en hueso.
Lo bueno para ellos es que el esqueleto político, a diferencia del esqueleto humano, tiene cuatro veces más huesos.
Otra fórmula que encontraron nuestros políticos, es la de hacerse invisibles.
Sobre todo los que ocupan cargos de elección popular.
Casi nadie puede verlos.
¡Qué milagro Cayo!, le decían a un político loretano que fue diputado local allá por los 90`s. Pocas veces lo veían en su distrito.
Y así pasa todavía con muchos de los que ocupan una responsabilidad de esas.
Por eso digo que para suplir la falta de científicos en nuestro país, deberíamos habilitar como tales, a nuestros políticos.
¿O no?
La lectura es vida, lo demás…es lo de menos…hzr@prodigy.net.mx
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