“Para mi gran amigo de toda la vida, Humberto Zamora. ¡Qué grato recuerdo!”: Angel César Mendoza Arámburo.
Así dice la leyenda que el ex gobernador del estado escribió el pasado martes 6 de julio en una fotografía blanco y negro en la que él está en su despacho del palacio de cantera dialogando con un servidor y con Eusebio Camacho, un eficiente fotógrafo que prestó durante muchos años sus servicios en la corresponsalía de El Sudcaliforniano en Ciudad Constitución.
En esa ocasión, el entonces mandatario estatal nos concedió una audiencia en nuestro carácter de presidente y tesorero de la Asociación de Periodistas y Locutores de Comondú, A.C., respectivamente
La intención de platicar con él, obedecía al anhelo que teníamos los integrantes de esa agrupación por contar con un terreno y una vivienda mediante los programas que manejaba el gobierno estatal a través de INDECO a cargo de Enrique Kao Ham.
Esta fotografía la tengo en mi acervo personal y decidí sacarle una copia para obsequiársela al ex gobernador junto con otra fotografía en la que se retrató con un grupo de reporteros y fotógrafos que cubríamos su gira de despedida como gobernador de Baja California Sur a finales de 1980.
La foto se tomó luego de que una de las camionetas de la comitiva no pudo subir la cuesta del camino de La Purísima a Los Comondú.
En esa foto aparecen algunos compañeros del gremio que ya pasaron a mejor vida, como Gustavo Gutiérrez González, Julio César Saucedo Pineda, Ramón Ortega Reyes, Rogelio Félix Félix, Felipe Ojeda Castro y Manuel Cabrera Betancourt a quien todos apodábamos El Marqués de Pichilingue. También en esa foto estamos, Ramón Silva Cota, alias El Negro Silva, Adán García Rosales, Carlos El Chale Corrales, Eusebio Camacho, Mario Castañeda y Carlos Brito, un reportero que había llegado de México a trabajar en el periódico La Extra propiedad de mi querido compadrito ya fallecido, don Daniel Roldán Zimbrón y desde luego, un servidor. También, atrás de nosotros se ve a Héctor El Planchas Castro con un sombrero muy peculiar y quien era el secretario particular del licenciado Mendoza Arámburo.
El día que fui a visitar en su casa al ex gobernador me comentó que estaba trabajando en la grabación de un disco con melodías ejecutadas al piano por él mismo.
Me sorprendió que tuviera ese hobby, pero me dijo que los Arámburo tenían un muy arraigado gusto por la música y que él desde niño y en su adolescencia había aprendido a ejecutar ese instrumento.
Al ver el piano de cola, que por cierto se lo obsequiaron quienes fueron sus principales colaboradores en su administración, recordé la anécdota aquella que me había platicado José Gajón de la Toba y de la que alguna vez hablé en este espacio, sobre el capricho que tuvo la señora Carmen Romano de López Portillo de que se instalara en la suite presidencial del entonces Gran Hotel Baja un piano cola de determinadas características que aquí no podía conseguirse.
“!Qué me vas a decir a mi si me tocó ese caso siendo gobernador!”, me dijo. Y sí, mencionó que en efecto le pidieron ese piano de cola que tuvo que conseguir pidiéndole de favor a su compadre el destacado profesor de música, Norberto Flores que fuera a buscarlo de ser posible hasta el fin del mundo porque había que satisfacer el caprichito de doña Carmen.
Subir el piano de cola hasta la suite presidencial que se ubicaba en el último piso del hotel Gran Baja, fue toda una proeza. Hubo que tumbar un muro y después reponerlo y utilizar una grúa. El piano se desafinó y fue necesario traer un experto para dejarlo a modo.
Lo peor de todo es que la señora esposa del entonces presidente de la república no se dignó siquiera tocarlo con sus manos, mucho menos a ejecutara alguna melodía para recordar sus viejos tiempos de panista de Cabaret.
¡Qué tiempos aquellos señor don Simón!
La lectura es vida, lo demás es lo de menos…hzr@prodigy.net.mx
No hay comentarios:
Publicar un comentario