En diciembre del 2009, cuando fui a Durango para celebrar el 90 aniversario de la existencia de mi madre, coincidí con el Tío Miguel quien viajó desde Los Angeles, California, a la capital duranguense para convivir con su hermana.
Debo confesar que me sorprendió, no tanto porque hacía años que no lo veía físicamente, sino porque a sus 87 años, subió como si nada una empinada colina por la que se accede a una caída de agua que se llama El Pajonal y que está enclavada en la sierra duranguense a donde fuimos de visita en esos días.
El Tío Miguel es uno de los millones de mexicanos que se fueron al vecino país del norte a buscar el sueño americano y, de alguna manera, lo logró. Hoy está jubilado, pero todavía realiza algunos trabajos, como impermeabilizar techos, lo que provoca que algunos jóvenes que se dedican a esa labor, se sorprendan de que a su edad se arriesgue a trabajar en las alturas.
El tema viene a colación porque leo dos noticias que de alguna manera se relacionan:
Una, un pequeño reportaje sobre Ingrid, una hondureña, madre de tres hijos que se fue a buscar el sueño americano junto con otros compatriotas que pagaron 2 mil 700 dólares al coyote que los llevaría a los Estados Unidos de América.
Cuando ocurrió la masacre de San Fernando, Tamaulipas en la que murieron 72 migrantes, la noticia llegó hasta el pueblo de Ingrid donde su madre y una sobrina al ver la foto de una mujer que tenía la ropa ensangrentada, pensaron que se trataba de Ingrid y supusieron que ella era una de las víctimas de aquel episodio que tuvo repercusiones internacionales pues murieron migrantes de varios países centroamericanos.
Sin embargo, Ingrid relataría después que ella decidió quedarse en Veracruz y no continuar su viaje al vecino país del norte, lo que le salvó la vida pues varios de los que allí murieron habían viajado con ella en busca de un mejor destino para sus familias.
Cuando su madre, Osiris se reencontró con ella en Tegucigalpa, Honduras, consideró que era un verdadero milagro que estuviera con vida, pues ella se había quedado con la impresión de que la mujer de la fotografía del periódico aquel, era su hija.
La otra nota se relaciona con una declaración que hizo el comisionado de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos de América, Alan Bersin quien les mandó un mensaje a los migrantes de otros países: “Quédense en casa; en EU habrá castigos para migrantes”.
Los norteamericanos no entienden que los que van a ese país a trabajar, lo hacen por necesidad y no por gusto.
Que con los sueldos que allá se pagan –el mínimo por hora pagada es el equivalente al salario mínimo de México en todo un día laborable- los migrantes pueden ayudar a que sus familias tengan una vida digna, sin tantas privaciones.
Si se hicieran reportajes de todos los casos de los migrantes que han muerto en su búsqueda del American way of life, o el sueño americano, no alcanzarían las páginas de varios periódicos, durante varios días, semanas o quizás meses.
Pero a pesar de las advertencias de Alan Bersin y de todos los casos dramáticos que se conocen sobre los migrantes en Estados Unidos de América, , y de todos los miles de agentes de la Patrulla Fronteriza, del muro que empieza a dividir a los dos países y de todos los esfuerzos que hace el gobierno norteamericano por evitar que lleguen los migrantes, estos seguirán intentando alcanzar el sueño americano.
O en su defecto, la muerte.
La lectura es vida, lo demás…es lo de menos…hzr@prodigy.net.mx
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