Anda circulando por la red un correo en el que se dice que ya se descubrió al ancestro común de diputados y senadores: un enorme simio que está recostado tirando la hueva y mostrando los ídem.
Parece una ofensa para nuestros abnegados legisladores federales, pero esa es la forma en que los valora la sociedad mexicana.
Hace unos días empezó a circular el estudio que hizo la politóloga Amparo Casar en el que se demuestra fehacientemente que nuestros representantes populares en el Congreso de la Unión son los mejor pagados de la región norte, centro y sudamericana y ¡son los que menos trabajan!
Por eso estamos como estamos, por eso nunca progresamos.
Angel Gurría, ex secretario de Hacienda y actual titular de la OCDE, declaró también hace unos días que si los legisladores mexicanos se aplican en sacar algunas reformas, principalmente la laboral, se podría evitar un mayor colapso en la economía nacional en estos momentos de crisis financiera internacional.
Y sí, parece que nuestros diputados federales le respondieron y sacaron la reforma política, pero otra vez, ¡mocha!
Dejaron a un lado el asunto de la no reelección de legisladores federales, es decir senadores y diputados y desde luego alcaldes y diputados locales.
¿A qué le temen los que votaron en contra de ese considerando que se les envío en la minuta de la Cámara de Senadores con relación a la reforma política?
Yo creo que lo que se busca es que los partidos políticos no pierdan el control de sus legisladores o de las autoridades que llevan al poder, porque en una reelección ya no sería tanto el compromiso con el partido postulante sino con los electores de un distrito, un municipio o una entidad.
Es decir, quien quisiera reelegirse tendría que buscar de nuevo el voto de la ciudadanía para poder mantenerse en el puesto desempeñado y eso soltaría las amarras partidistas pues si se recibe el sufragio a favor, ya no se tendría tanto compromiso con el partido y sí en cambio con los electores.
México seguirá siendo uno de los pocos países donde no se permite la reelección.
Y más de alguno dirá que todavía, a pesar del paso de los años, no cicatrizan las heridas que dejó, precisamente, un periodo reeleccionista, el de Porfirio Díaz pero hoy nada que ver con aquellos agitados años de finales del siglo XIX y principios del siglo XX.
Ahora sería otra la forma la de continuar en un cargo de elección popular.
Pero sigue habiendo mucha confusión al respecto, pues una gran cantidad de personas escucha hablar de reelección y piensa casi, casi que le están hablando del demonio.
La triste realidad de todo esto es que en nuestro país, el nivel de confianza y reconocimiento que se tiene a los políticos o políticas que se desempeñan en un cargo de elección popular de rango federal, está por los suelos según lo demuestran las encuestas al respecto.
Infinidad de veces he escuchado a algunos de los legisladores más destacados hablar de que ahora sí, le van a demostrar a la ciudadanía que no son lo que se piensa de ellos y que las cosas van a cambiar.
Pero, como dice la canción que hizo popular, Tony Aguilar, el tiempo pasa y no pasa nada.
O como bien lo dijo don Jesús Reyes-Heroles, todo cambia, para seguir igual, o sea el gatopardismo en toda su expresión.
¿O usted, qué opina?
La lectura es vida, lo demás…es de lo menos…hzr@prodigy.net.mx
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