Si usted que lee Temas y sucesos es del género masculino y le preguntaran qué fue lo que más le gustó del primer debate presidencial, ¿qué contestaría? Sin duda alguna que diría que la edecán Julia Orayen, pues no se puede negar que la ahora famosísima modelo argentina tiene lo suyo.
Si quien me favorece con su lectura, es del género femenino, seguramente hablaría al cuestionarla sobre qué le llamó más la atención de ese suceso, de cómo fue vestida la candidata presidencial del PAN, Josefina Vázquez Mota o de la corbata de Enrique Peña Nieto, el candidato presidencial del PRI y de que no lució el clásico copete que lo ha proyectado como todo un latin lover.
Alguien que tiene la vena humorística diría que trató de indagar si Gabriel Quadri de la Torre llevaba puesta una de esas mascarillas de plástico que tienen lentes, una nariz y un bigote a la Charles Chaplin o si en realidad esa es su cara.
En fin, creo que habría una y mil cosas de las que se podría hablar con respecto a lo que se vio y escuchó ese domingo 6 de mayo allá en la capital de la república durante el primero de los dos debates que el IFE programó para que los votantes tengamos una idea más cercana de cómo son, cómo piensan, qué proponen y qué cualidades tienen.
Sin embargo, quiero abordar algo de lo que no se vio o que pocos pudimos apreciar al término del debate:
Andrés Manuel López Obrador, le tendió la mano a Josefina Vázquez Mota y a Enrique Peña Nieto, para despedirse, pero no los miró a los ojos, sino a otro lado y no pienso que anduviera buscando con la vista a la edecán que Quadri desnudó con la mirada.
¿Qué tiene que ver ese pequeño detalle?
¡Mucho!
Porque suelen ser los pequeños detalles los que tienen un mayor significado.
He escuchado a muchas personas que el ex gobernador de BCS, Víctor Liceaga no los miraba a los ojos cuando los saludaba.
Que cuando eso sucedía, no les inspiraba confianza.
No faltará quien diga, principalmente entre los fanáticos de Andrés Manuel, que sí mira a los ojos de sus interlocutores, pero el hecho es que con ese saludo al final del debate, el ex jefe de gobierno del Distrito Federal mandó un mensaje, que los que andamos siempre a la caza de detalles, pudimos entender.
Y ese mensaje, es que todo ese rollo de la república amorosa y paz y amor que había venido pregonando hasta antes del debate, es de dientes para afuera. Ya ni lo menciona en mítines.
En una de sus visitas que hizo a La Paz, días antes de ser candidato oficial del Movimiento Progresista a la Presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador al ser entrevistado por los reporteros de la fuente política local, habló de los que le robaron la elección el 2 de julio del 2006 pero confesó que ya no les llamaría mafia porque así se lo habían sugerido sus asesores de cabecera.
Es decir, no había autenticidad en su expresión y eso es lo que reflejó el saludo de mano a Josefina y a Enrique, mirando a otro lado.
Desde que lo vi por primera vez en la televisión nacional, hace algunos años, me dio la impresión de que Andrés Manuel López Obrador era un buen tipo, que era un auténtico luchador social y que podría ser ese líder que los mexicanos hemos estado buscando tantos años para que conduzca a esta nación por mejores derroteros.
Pero lo mismo me pasó con Vicente Fox y ya ven los resultados.
¿Después del debate, se le acabó lo amoroso a Andrés Manuel? Es pregunta.
La lectura es vida, lo demás…es lo de menos…hzr@prodigy.net.mx
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