Hace 15
días concluyó la lucha electoral que permitirá renovar la titularidad de la
Presidencia de la República, las 500 curules de la Cámara de Diputados y los
128 escaños del Senado ¿y ahora qué sigue?
No me
refiero a los procedimientos jurídicos y legales que se van a seguir para que
se establezca, antes del 6 de septiembre próximo, quién gobernará a este país
dese Los Pinos y el Palacio Nacional los próximos seis años, sino a lo que
sigue con relación al rumbo que deberá tomar la nación mexicana.
Necesitamos,
todos, ponernos las pilas y ver hacia adelante dejando a un lado las
diferencias y las disputas que durante los primeros seis meses del presente año
nos mantuvieron inmersos a los mexicanos y mexicanas en dimes y diretes.
Corren
las versiones de que los panistas aceptan que fueron los principales derrotados
en las urnas, pues perdieron la Presidencia de la República y por si fuera poco
dos gubernaturas que tenían en su poder, las de Morelos y Jalisco y serán
tercera fuerza electoral en la Cámara de Diputados, pero que han lanzado la
advertencia de que cobrarán caro la afrenta, precisamente en el Congreso de la
Unión ya que el PRI no logró la mayoría simple.
Eso
significa que no van a apoyar al tricolor para sacar adelante las reformas estructurales.
Los
panistas argumentan que los legisladores federales del PRI no los apoyaron durante
sus 12 años de gobierno.
¿Otros
seis años de disputas estériles y de estancamiento?
Desde
finales del siglo pasado, las grandes reformas estructurales que requiere el
país para transformarse en una nación más desarrollada y con menos habitantes
miserables, se han quedado en lo que en la jerga legislativa federal se conoce
como las congeladoras de la Cámara de Diputados y la de Senadores.
Los
derrotados dudan de que el nuevo gobierno de Enrique Peña Nieto, en caso de que
el TEPJF ratifique su triunfo del uno de julio, pueda conducir al país por
senderos de progreso y modernidad.
Durante
todas la precampañas y las campañas electorales se acusó al PRI de ser el de
siempre y que su retorno a Los Pinos y al Palacio Nacional con Peña Nieto como
titular del Poder Ejecutivo Federal, sería catastrófico para los habitantes de
este país.
El
virtual ganador de la elección presidencial ya mandó señales de que antes de
que tome posesión el uno de diciembre próximo de ser ratificado por el TEPJF,
quiere negociar con las otras fuerzas políticas que estarán representadas en el
Congreso de la Unión para discutir las reformas estructurales y superar ese
rezago que se ha convertido un pesado lastre para el desarrollo pleno de
México.
Los
virtuales diputados federales y senadores de los partidos de izquierda no han
dicho nada todavía con respecto a su postura en el quehacer legislativo, pero
basta con recordar los episodios aquellos después de que el TEPJF ratificó el
triunfo de Felipe Calderón, para tener una idea de cómo podrían comportarse a
partir del uno de septiembre próximo cuando entren en funciones.
Más allá
de rencores y de afrentas, lo que los ciudadanos de este país necesitamos, es
unir fuerzas y voluntades en un mismo propósito.
No es
fácil, pues en este mismo espacio he dicho que ya llevamos en ellos más de 200
años sin lograrlo.
Si otras
naciones pudieron resurgir de sus confrontas ideológicas y supieron anteponer
los intereses colectivos por encima de los personales o de grupo, no veo por
qué en México no podamos alcanzar esos objetivos.
El tiempo
apremia. ¡Hagámoslo ya!
La
lectura es vida, lo demás…es lo de menos…hzr@prodigy.net.mx
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