domingo, 16 de septiembre de 2012

Temas y...carta al rector Narro

Carta al rector de la UNAM.


Dr. José Narro:

No tengo el privilegio de conocerlo en persona (acá en La Paz vive Virginia Narro que trabajaba para el IMSS, a quien sí he tratado y que tengo entendido es su familiar) y lo más cerca que lo he visto, fuera de la TV, es el 2 de octubre del 2008 cuando el 40 aniversario del Movimiento del 68 y que usted asistió a la Cámara de Diputados por ese motivo.

Yo estaba en lo que los periodistas que cubren la fuente de la cámara baja del Congreso de la Unión llaman el corralito, invitado por el área de prensa. Por cierto fue la última vez que miré con vida y los saludé, al maese de la crónica política Fidel Samaniego.

Al principio, cuando el relevo en la Rectoría de la UNAM para suceder a Juan Ramón de la Fuente, me pareció que usted, era una buena persona, un académico con excelentes méritos para ocupar tan digno cargo, pero su voz me dio la impresión de estar escuchando al ex rector.

Con el paso de los años y observando lo que usted, Dr. Narro ha hecho por la UNAM, estoy convencido que es un verdadero universitario, que se ha preocupado por llevar a la llamada máxima casa de estudios de nuestros país por senderos de excelencia académica y científica.

Cuando se ubicó a la UNAM entre las 100 mejores de nuestro continente, me sentí profundamente orgulloso con todo y que no tengo una carrera universitaria.

El motivo de mi carta, señor rector, aun cuando entiendo que por sus múltiples ocupaciones y porque es un tanto difícil que llegue a leerla, es porque me dio una enorme tristeza leer el reportaje de Rosemberg Román, que apareció en la sección PCD que coordina mi admirada Katia D´Artigues en un diario de circulación nacional, el que por cierto un día antes de esta misiva me dieron la triste noticia de que ya no lo voy a poder leer impreso porque la distribuidora local argumenta que la gente ya no lee periódicos por lo de Internet y las ventas se cayeron, aunque en realidad eran pocos los ejemplares que se enviaban acá a Baja California Sur.

Le decía, Dr. Narro, que además de tristeza, sentí rabia e impotencia al leer que este excelente ser humano quien a pesar de ser un cuadrepléjico logró estudiar en l Universidad Autónoma de Chiapas y fue becado para cursar algunas materias en la Facultad de Psicología de la UNAM, pero que no pudo hacerlo por falta de rampas o elevadores especiales para que personas con discapacidad puedan movilizarse en esa área de la universidad.

Es lamentable que en una institución que ha dado grandes humanistas a nuestro México, que es orgullo de nuestra educación universitaria, que es el máximo centro del saber, no tenga dentro de sus instalaciones, y no sólo en la Facultad de Psicología sino en todos sus edificios, las facilidades arquitectónicas para que estudiantes con alguna discapacidad, incluso menor que la de Rosemberg Román, puedan desplazarse sin problemas.

Sr. Rector: usted que ha luchado por colocar a la UNAM en el casillero de la excelencia académica y científica, yo le pido en nombre de Rosemberg y de todos aquellos estudiantes que en el futuro podrían acceder a la llamada máxima casa de estudios, pero que no pueden por su discapacidad o capacidad diferente, que se haga un gran esfuerzo para que se acabe con esa discriminación y práctica excluyente.

Hace tres años, dos legisladoras federales con discapacidad, se encontraron con la novedad de que en la Cámara de Diputados no había las facilidades para desplazarse y exigieron que se acabara con esa condición ofensiva para ellas y quienes en el futuro fueran a ese recinto legislativo en condiciones físicas similares a las de ellas y lo lograron. Ya existen rampas.

Si nuestros atletas paralímpicos hicieron mejor papel que los que no lo son, en los Juegos Olímpicos de Londres, vale la pena que la UNAM haga un esfuerzo.

¿Es mucho pedirle eso, señor rector?

La lectura es vida, lo demás…es lo de menos…hzr@prodigy.net.mx

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