Como
los primeros días del año, tradicionalmente son de reflexión, al igual que los
últimos días del año antecesor, esta ocasión abordo el tema del miedo, derivado
de la lectura del libro De la autoestima
al egoísmo, del terapeuta y psicólogo argentino Jorge Bucay, que tuve
oportunidad de leer el pasado diciembre.
Dice
el autor, que el único antídoto universal contra el miedo es la acción y, por
lo tanto, cada vez que uno tenga un miedo, debe saber que se tiene que actuar:
buscar la acción, es lo que puede sacar del miedo.
“Quiero
decir que en algunos casos, transformar el miedo en acción es un proceso más
complejo, pero siempre vale la pena. Digo siempre que el miedo es un dragón que
tiene en la espalda un escudo blindado impenetrable. Al miedo se le vence de
frente.
Pero
no es cosa fácil y Bucay narra un cuento para ilustrarlo:
¡Dicen
que había una vez una madre que tenía un único hijo. Ella era tan temerosa que
vivía angustiada pensando que no podría seguir viviendo si a su hijito le
pasara algo. Tan asustada estaba de sus fantasías que un día que el hijo fue
hasta la puerta de la calle solo, la madre le dijo que volviera e entrar. Luego
le pidió que se sentara en el sofá del salón principal de la casa y le dijo:
-Mira, hijo, hay unos espíritus malignos que van vagando por la calle y se
llevan a los niños que están con sin su madre. Así que nunca, nunca salgas a la
calle sin mí. ¿Has entendido?
-Sí
mami- contestó el niño asustado.
El
plan resultó y el niño nunca más salió a la calle sin su madre.
Pero
un día, cuando cumplió 13 años, la madre comenzó a pensar que se había
equivocado. Algún día, ella no estaría y su hijo tenía que poder arreglarse
solo en el mundo exterior. De modo que fue a ver al médico de la familia para
preguntarle qué hacer. El médico dijo que sólo había una solución: decirle al
joven la verdad. La madre le dijo que eso equivaldría a admitir ante el hijo
que su propia madre le había mentido. El médico insistió en que era el único
camino y la madre se marchó a su casa. Yendo hacia allí, tuvo otra idea. Al
llegar, otra vez convocó a su hijo y se sentaron a hablar en el salón.
-¿Sabes,
hijo? Tú ya eres mayor y es obvio que alguna vez te irás de esta casa en busca
de tu camino. -No madre. Mi iré si vienes conmigo. Te recuerdo que afuera están
los espíritus malignos que me llevarían si no estuviera contigo.
-De
eso quería hablar. Los espíritus jamás te llevarán mientras tengas colgada al
cuello esta medalla que ahora te regalo- dijo la madre quitándose la medalla
que colgaba de su propio cuello y poniéndosela a su hijo. A partir de ahora, quiero
que sepas que podrás salir sin mí porque mi protección te llegará a través de
la medalla.
-Pero
mami ¿y si los espíritus no ven que llevo la medalla?
-No
te preocupes. Tu madre nunca te mentiría. Tienes que confiar en lo que te digo:
mientras tengas la medalla, ningún espíritu se acercará a hacerte daño.
¿Entiendes? -Si mamá.
El
joven creyó en su madre. Dicen que de todas maneras, cuando su madre ya no
estuvo para acompañarlo, el muchacho nunca salió de su casa porque siempre tuvo
miedo de ¡perder la medalla!...”
La
lectura es vida, lo demás…es lo de menos…hzr@prodigy.net.mx
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