¿Atentado en las instalaciones administrativas de Petróleos Mexicanos?
Es una de las hipótesis que la Procuraduría General de la República no descarta en sus investigaciones en torno al trágico accidente ocurrido el pasado jueves 31 de enero allá en la capital del país donde se ubica el complejo de edificios de Pemex.
Sin duda alguna que muchos de quienes se enteraron de esta nueva tragedia, están pensando en que pudo tratarse de un atentado. Por ello, la PGR, lo incluye en sus indagaciones.
Sin embargo, en lo personal veo un tanto difícil que se haya tratado de un acto terrorista.
En México, todavía no existen grupos subversivos que dispongan de la tecnología necesaria para fabricar una especie de bomba que sea capaz de destruir un edificio.
Simple y llanamente, si se comparan los estragos causados por la explosión del edificio ubicado a un lado de la llamada Torre de Pemex, se podrá dar cuenta de que son muy diferentes a los que produjeron las bombas, esas sí, colocadas en el edificio del gobierno federal en Oklahoma en 1995 , en las embajadas de Estados Unidos de Norteamérica en Nairobi, Kenia y en Dar es Salam, Tanzania en 1998 y en el edificio de la Asociación Mutual Isrealita Argentina, en Buenos Aires, en 1994.
Por fortuna, insisto, todavía en México no existen la tecnología ni los grupos radicales que puedan tener acceso a ese tipo de artefactos explosivos que puedan ocasionar grandes daños a edificios públicos o instalaciones estratégicas.
Luego, si se aplica la lógica, la pregunta obligada es: ¿por qué el atentado se da en un edificio de menor movimiento de personas y con menor rango de daños?
Es lógico pensar que si se trataba de un atentado, lo más indicado sería colocar el artefacto explosivo en la llamada Torre de Pemex, que es el segundo edificio más alto de la capital del país y en el que trabajan miles de personas todos los días.
Baste recordar que los terroristas de Al Qaeda que llevaron a cabo los atentados del 11 de septiembre, escogieron edificios simbólicos, emblemáticos y en los que el número de víctimas podría ser mayor, como lo fueron las torres gemelas del WTC, el Pentágono y el Capitolio, aunque en esta última no ocurrió porque el avión que se estrellaría contra ese edificio de Washington, se estrelló antes en Pennsilvania.
Por lo que se ha visto, los daños generados en el edificio de Pemex, en el DF, son un tanto similares a los que ocurrieron el 4 de julio del 2012 en un hotel de Cancún y en donde, por fortuna, sólo hubo 10 heridos. ¿Qué fue lo que pasó?
En encontrar la verdad de los hechos, es en lo que están inmersos los investigadores de las diversas dependencias federales que trabajan en el caso.
Por cierto, le contaré una anécdota que me pasó hace algunos años en una visita que realicé al DF y que tiene que ver con la Torre de Pemex.
Resulta que el jefe de corresponsales del periódico Suma, que editaba el Ovaciones y del que yo fui corresponsal en BCS, me pidió que cuando visitara la capital del país fuera a sus oficinas para presentarme personalmente al director general, Jacobo Zabludovsky, quien a la par, todavía tenía a su cargo el noticiero más importante del Canal 2.
Al filo de las 2 de la tarde del segundo día que estuve en el DF, tomé un taxi en el hotel donde me hospedé esa ocasión y le pedí que me llevara al periódico Ovaciones.
Avanzamos unas cuadras y luego me dijo el taxista: ¡ya llegamos! Me bajé del auto, le pagué la cuota, me di media vuelta y me introduje en el edificio que supuse era el del Ovaciones. Vi en el mostrador un libro de visitas y estampé mi nombre y firma.
En eso, un guardia me preguntó que a qué área de Pemex iba: exploración, refinación u alguna otra. ¿Pemex, cómo?, yo vengo al periódico Ovaciones, le dije. ¡Hay señor, aquí es la torre de Pemex, el Ovaciones está a la vuelta. ¿Y qué hago con los datos que escribí en el libro de visitas? ¡Déjelo así, que le vaya bien! (No estoy muy seguro si me dijo bab…o sólo pensó en decirlo).
Esos dos o tres minutos que perdí allí, evitaron que pudiera conocer personalmente a Jacobo, pues cuando llegué al edificio del periódico, él acababa de marcharse a comer…
La lectura es vida, lo demás…es de lo de menos…hzr@prodigy.net.mx
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