No sé con
exactitud cuándo cerró sus puertas, pero de repente, una noche que estacioné mi
auto por la zona, me di cuenta de que el local donde operaba una librería en el
centro de esta ciudad capital, está vacío.
Ese día, también
yo me sentí un tanto vacío.
A mí, cuyo lema
de esta columna es la lectura, me dio tristeza la desaparición de esa librería.
Quiero creer que
el cierre debió obedecer a que sus propietarios se vieron arrastrados por ese
especie de tsunami que ha venido cerrando negocios en el primer cuadro de la
ciudad capital, también conocido como Centro Histórico.
Pero otro factor
que debió orillar a los libreros a cerrar las puertas de su negocio, pudo haber
sido el que los avances tecnológicos, están convirtiendo a las librerías,
prácticamente, en piezas de museo.
Ahora,
prácticamente todo está en la Internet.
Hasta los
libros.
Existen
aparatos, llamados gadgets que se venden para leer libros electrónicos vía
Internet, aunque todavía su número es muy bajo en este país.
México, es un
país que lee poco.
Por eso fue que
recorté mis colaboraciones en este espacio.
Las estadísticas
son contundentes: según la OCDE de 108 países en los que se levantó una
encuesta sobre los niveles de lectura de libros, ocupamos el lugar ¡107!
Arrojando el promedio de 2.8 libros leídos por año.
El poeta
español, Pedro Salinas, dijo que somos leedores, no lectores.
Es decir, que
leemos, pero no comprendemos lo que leemos y además los índices de lectura de El Libro Vaquero, las Fotonovelas,
revistas del Corazón a las secciones deportivas y policiacas de los periódicos,
son mayores que la lectura de libros.
Con la intención
de que los mexicanos y mexicanas leamos más libros, en el 2008, se promulgó la
Ley de Fomento para la Lectura y el Libro, estableciéndose un precio único para
los libros, pero resulta que los distribuidores llevaron este tema hasta la
Suprema Corte de Justicia de la Nación y allí está todavía esperando una
resolución de ese órgano colegiado.
Tal vez se tenga
razón en aquello de que el precio único de los libros está pensado para el
Distrito Federal, porque las distancias a los centros de distribución y venta
en el país obligan a incrementar los precios y por ello la inconformidad de
quienes los venden al menudeo.
Empero, lo que
sí es importante es que se busquen los mecanismos más efectivos que permitan
impulsar, por un lado a que haya más lectores de libros y por el otro a
incentivar a los autores e impresores, a que haya más volúmenes.
Aunque con esto
de la Internet, se ve cada vez más difícil el panorama.
¿Cuál liberaría
sigue?
Es pregunta.
La lectura es
vida, lo demás…es lo de menos…hzr@prodigy.net.mx
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