Dice
el dicho que al mejor guisandero se le va
el tomate entero.
Y
es muy cierto.
Seguramente
que los lectores o lectoras de este modesto espacio, habrán visto las imágenes
de Miguel Angel Treviño Morales, alias el Z-40, cuando recorría los pasillos de
la Subprocuraduría Especial de Investigaciones contra la Delincuencia
Organizada, la Seido, allá en la capital del país.
Y
como muchos otros que vimos esas imágenes en la TV nacional, lo más probable es
que se sorprendieran de que el supuesto jefe del narcotráfico, no se encontraba
esposado.
El
detalle, obvio, no pasó desapercibido para los reporteros de la fuente ni para
muchos comentaristas políticos.
Fue
algo extraño ver que un capo de ese nivel, no estuviera esposado, como había
ocurrido con otros detenidos, en los sexenios pasados.
Y
ante la insistencia del por qué, vino la explicación de las autoridades de la
PGR, de que, ahora son otros tiempos y otras formas de tratar a los
delincuentes, como el Z-40.
Que
para evitar señalamientos de los defensores de los derechos humanos se les
estaría dando un trato digno y totalmente diferente al que se les dio a los
jefes del narcotráfico que fueron atrapados por los gobiernos de Vicente Fox y
de Felipe Calderón.
La
explicación nos pareció apropiada y satisfactoria.
Pero
¿y la Reina del Pacífico, Apá?
Si
ustedes vieron la llegada de la sinaloense a México luego de ser deportada del
vecino país del norte y luego su detención por autoridades federales de la PGR,
se habrán dado cuenta de que en todo momento estuvo esposada.
¿Pues
no que eran otros tiempos?
¿O
será que la famosa Reina es más peligrosa que el Z-40?
Recordamos
que algo similar a estos sucesos, ocurrieron cuando el asesino de Luis Donaldo
Colosio, el michoacano Mario Aburto fue internado en el penal de máxima seguridad,
entonces de La Palma, allá en el estado de México.
El
llamado asesino solitario del ex
candidato presidencial, fue rasurado y cortado su pelo, luego de haber entrado
a prisión y cuando se vio con ese nuevo look en la TV y en los periódicos,
empezaron las especulaciones en torno al
otro Aburto.
Se
dijo entonces que el Mario Aburto que presentó la autoridad, limpiecito de la
cara y con el pelo cortado, no era el mismo sujeto que había sido atrapado en Lomas Taurinas después de asesinar a
Colosio.
Entonces,
las autoridades salieron a decir que era el mismo Mario Aburto, pero que, de
acuerdo a las reglas internas del penal, todos los que ingresaban al mismo en
calidad de indiciados o sentenciados, tenían que rasurarse y cortarse el pelo.
Pero
hete que a las pocas semanas, ingresó al mismo penal, Gustavo Ponce, aquel que
fuera tesorero de Andrés Manuel López en la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal
y que fue acusado de desviar fondos públicos para derrocharlos en apuestas en
Las Vegas.
Para
evadir a las autoridades que lo buscaban, se dejó crecer el pelo y la barba,
pero tras de ser detenido, así fue presentado a los medios informativos luego
de ingresar al penal y entonces muchos nos preguntamos si la normatividad
aplicada a Aburto, no era para todos los presos.
En
realidad se les chispoteó, igual que
en el caso del Z-40 y La Reina.
¡Cosas
veredes, Sancho!
La
lectura es vida, lo demás…es lo de menos…hzr@prodigy.net.mx
No hay comentarios:
Publicar un comentario