¿Qué
pensaría usted si alguien le dijera que al muellecito turístico llamado De la reina, aquí en La Paz, BCS, arribó
un barco con un marinero condenado a navegar en todo el mar mientras no
encuentre a una mujer que le sea fiel toda la vida?
Sin
duda alguna que una expresión de sorpresa y duda se dibujaría en su rostro, de
inmediato.
Pensaría,
incluso, que a su interlocutor le faltaría un tornillo o había soñado lo que
relataba. ¡Tal vez!
Lo
que sucede es que leyendo sobre el montaje de la obra operística de Richard
Wagner El holandés errante, que se
estrenó en octubre allá en la capital de la república, me intrigó esta historia
y me dio elementos para el tema de este día.
Según
esta Opera del gran compositor alemán Richard Wagner, un hombre es condenado a
navegar por todo el mar hasta que no halle a una mujer que le sea fiel toda la
vida.
Cada
siete años, el holandés errante, llega a un puerto y siempre es lo mismo: “Qué hastío
tener que regresar para buscar lo que nunca he de encontrar”.
¿De
verdad será tan difícil que un hombre pueda encontrar a la mujer que le sea
fiel toda la vida? Se dice que el hombre suele ser más infiel que la mujer.
Y
los que defienden esa actitud, argumentan que la culpa es por el hecho de que
en el mundo hay más mujeres que hombres. ¡Sí Chuy!
En
la ficción sí existen, pues hay innumerables relatos e historias en las que una
mujer con esas características fieles a su hombre, es uno de los personajes
centrales.
Pero
en la vida real, creo que es más complicado.
Siempre
me he preguntado, por ejemplo, a partir de que lo supe, por qué se habían
separado un viejo profesor y su esposa, después de ¡60 años! de matrimonio.
¿Qué
evitó que aquella mujer que fue fiel a su marido durante seis décadas decidiera
poner fin a su vínculo matrimonial? Sólo él y ella lo supieron.
Hay
mujeres que dicen ser de un sólo hombre, pero a la mayoría las cubre el
anonimato.
Mujeres
conocidas que fueron fieles toda la vida a sus hombres, podrían ser, Marie
Charlotte Amélie, Agustine Victorie Clementine Léopoldine de Saxe-Coburg-Gotha
et Orléans Bourbon-Deux-Siciles et de Hasbourg-Lorraine, mejor conocida en México
como Mamá Carlota que terminó su vida
en medio de la locura allá en Bélgica, esperando el regreso de su amado príncipe,
Maximiliano de Hasburgo, que ya no llegaría porque fue fusilado en el Cerro de
las Campanas junto con Miramón y Mejía.
También,
doña Luz Corral, aquella recia mujer chihuahuense que le fue fiel a su Pancho
Villa, incluso, después de la trágica muerte del famoso guerrillero
duranguense.
La
inseparable Mercedes Barch, del inmenso Gabriel García Márquez y Silvia Lemus,
la inseparable viuda del genial Carlos Fuentes.
O
María Kodama, quien primero fue su secretaria y luego su esposa, que le ha sido
fiel al enorme José Luis Borges.
Según
se sabe, en la historia original del capitán, marinero errante, de la autoría
del escritor alemán Heinrich Heine, sólo se habla de la fidelidad de la mujer,
para que el capitán fuera redimido, pues había sido condenado por blasfemia a
navegar por todo el mar.
Sin
embargo, Richard Wagner en su opera, habla de esa lealtad, pero hasta la
muerte.
Yo
por las dudas y dado mi oficio que no lo cambio por nada, ahora me doy mis
vueltecitas por el muelle turístico para ver si acaso llega el barco fantasma
con su capitán errante, pues de ser así, ello sería prueba de que todavía a
pesar de los siglos, no ha encontrado a esa mujer, fiel hasta la muerte.
La
lectura es vida, lo demás…es lo de menos…hzr@prodigy.net.mx
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