Si
uno observa en acción a los bomberos del vecino país del norte, por citarlos
como ejemplo, y a los bomberos de nuestra república mexicana, notará la enorme
diferencia en recursos materiales para equipamiento de que disponen unos y
otros.
Allá
trabajan en la mayor parte del territorio norteamericano con equipo,
herramientas y vehículos que son mucho más eficientes que los de nuestros
pobres bomberos.
Durante
años, he pugnado porque en el presupuesto federal, e incluso, en los
presupuestos estatales, se contemplen partidas especiales para apoyar a los honorables
cuerpos de bomberos.
Curiosamente,
muchos de ellos, llevan a cabo su arriesgada tarea de combatir los incendios y
algunos desastres naturales, con equipo y herramientas que los han donado sus
colegas de los Estados Unidos de América, principalmente en las zonas
fronterizas de nuestro país.
El
tema viene a colación porque el pasado mes de agosto, allá en el Distrito
Federal, los bomberos de esa gran urbe exigieron nuevos uniformes después de 5 años
de que no los han podido renovar y también más y mejor equipamiento.
Un
diario de circulación nacional cuestionó a integrantes de la Asamblea
Legislativa del Distrito Federal con respecto a si cabría la posibilidad de
que, a través de esa instancia colegiada se pudiera dar respaldo a los tragahumos capitalinos.
Los
legisladores y legisladoras entrevistados dijeron que entienden el problema y
manifestaron su disposición, incluso, a que se les descontara de su dieta para
que esos recursos se destinen a la compra de los uniformes y a cubrir otras
necesidades que tienen los bomberos.
Pero
como luego se dice, esa postura sólo fue para la foto.
Al
día siguiente, varios bomberos y algunos de sus jefes manifestaron que sólo
exigían lo que creían justo y que no se trataba de que los asambleístas donaran
su dinero para la compra de uniformes, sino de que se establezca una partida
especial al respecto en el presupuesto del gobierno del DF.
A
casi dos meses de que se les cuestionó, los diputados asambleistas no han
vuelto a tomar el tema y parece que todo quedó en buenas intenciones y no
podemos olvidarnos que de buenas
intenciones está pavimentado el infierno.
Está
más que demostrado que de los bomberos, sólo nos acordamos cuando tenemos la
desgracia de que nuestro hogar, oficina, empresa u otra propiedad es pasto del
fuego.
Entonces
sí, valoramos y dimensionamos la importancia de que las ciudades cuenten con
sus H. Cuerpos de Bomberos.
Pero,
suele suceder con frecuencia, que cuando hay colectas para generarles ingresos,
pocas y pocos ciudadanos se desprenden de unas monedas o billetes para
apoyarlos.
Un
slogan de la Cruz Roja Mexicana, que también pasa por una situación un tanto
similar a la de los bomberos, dice, nadie
es tan pobre como para no ayudar ni tan rico como para no necesitarla. Se
puede aplicar también para ayudarlos.
Ya
vimos, otra vez, la solidaridad del pueblo mexicano luego de las tragedias que
provocaron Manuel e Ingrid. Seamos solidarios también con
los bomberos.
Recordemos
que además, una gran cantidad de ellos son voluntarios y no reciben pago alguno
por sus servicios.
Finalmente
y a manera de anécdota, recuerdo que una vez la colega Petra Miyeyes Muñoz, me preguntó hace años que
si conocía el nombre de alguno de los primeros bomberos de México y le dije que
don Benito Juárez y así lo publicó en aquel mensuario que ella editaba, Expresso, pero resulta que era un mal
chiste de Manuel el Loco Valdez,
quien un día dijo en su show de la TV que el primer bombero del país había sido
don Bomberito Juárez y la Segob sacó
del aire su programa…
La
lectura es vida, lo demás…es lo de menos…hzr@prodigy.net.mx
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