El pasado lunes, a temprana hora
falleció el que durante poco más de tres décadas fue líder nacional del
sindicato de Petróleos Mexicanos, Joaquín Hernández Galicia, un personaje del
que las nuevas generaciones no escucharon hablar, pero del que no se puede
dejar de comentar en un espacio periodístico.
Conocido más con el mote de La Quina, don Joaquín logró construir
durante 31 años, un imperio político y económico en su natal Tampico que lo
llevó a hablarse de Tú con varios Presidentes de la República.
Era una especie de cacique
sindical dueño de haciendas y vidas.
Imponía candidaturas a cargos de
elección popular en todos los niveles.
Daba audiencias públicas y en sus
oficinas del SNTPRM en Tampico, parecían romerías o procesiones de la Virgen de
Guadalupe.
Precisamente, hace unos días,
vino a mi oficina un ex integrante, ya jubilado, del Sindicato Unico de
Trabajadores de la Industria Nuclear, el Sutin, de la Universidad Nacional
Autónoma de México.
Este ingeniero físico nuclear,
quien está radicando acá en BCS, vino con la intención de explorar la
posibilidad de una colaboración para este diario y dentro de la plática, surgió
el tema de los sindicatos de la UNAM y contó la anécdota:
Resulta que el SUTIN, al igual
que el STUNAM y otros sindicatos universitarios, estaban muy estigmatizados por
los gobiernos priistas.
La situación era tan complicada
que llegó el momento en el que el Sutin no disponía de recursos financieros
para sus actividades principales y para desplegar algunas acciones que se
requerían para consolidarlo.
Fue entonces que la directiva, en
la que figuró el personaje que vino a mi oficina, decidió ir a visitar a La Quina a Tampico, para solicitarle
apoyo económico.
Ellos sabían que don Joaquín
Hernández Galicia era un líder sindical que gustaba de apoyar diversas causas y
que no tenía limitaciones económicas. A Carlos Jonguitud Barrios le había dicho
que disponía de 18 mil millones de pesos para enfrentar al entonces presidente
de México, Carlos Salinas de Gortari para que no los “chingara” a ambos, lo que
finalmente ocurrió.
Cuando llegaron al cuartel
general de La Quina, en Tampico,
había una enorme fila de personas que buscaban entrevistarse con el poderoso
líder petrolero.
Al estar frente a él, les peguntó
que cuál era el motivo de su visita y a qué organización pertenecían. Le
dijeron que al Sindicato Unico de Trabajadores de la Industria Nuclear y el
habilidoso líder les dijo que cómo se les ocurría ir a pedirle apoyo si ese era
uno de los sindicatos identificados con el comunismo y el socialismo que más
atacaba a la CTM y que también lo habían atacado a él meses antes.
Sin embargo, no se amilanaron y
le dijeron que sabían que él era la única persona que podía apoyarlos
económicamente.
“¿Cuánto necesitan?”, les
preguntó.
Le dijeron que un millón de pesos
y entonces respingó y dijo que eso era mucho dinero que para qué lo querían.
Llamó entonces a uno de sus
ayudantes y le pidió que le trajera 350 mil pesos en efectivo.
“Es con lo que les puedo ayudar y
que Dios los bendiga”, les dijo.
Ellos le comentaron que no
podrían salir con ese dinero a la calle porque eran muchos billetes y que
podrían asaltarlos. Entones, don Joaquín le pidió a otro de sus ayudantes que
hablara a uno de los hoteles más lujosos de Tampico y que ordenara habitación y
comida para la comitiva del Sutin, pero les advirtió que nada de bebidas
embriagantes –él prácticamente no tomaba y a lo más consumía una copita de vino
o una cerveza en las comidas- ni de putas.
Los 350 mil pesos fueron como una
bocanada de oxígeno para los del Sutin.
Así se las gastaba el fallecido
Joaquín Hernández Galicia, alias La Quina.
La lectura es vida, lo demás…es
lo de menos…hzr@prodigy.net.mx
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