Haiga sido como haiga sido, diría el ex
presidente Calderón, la alerta si llegó tarde.
Me
refiero a la alerta sobre Ingrid y Manuel que generó después polémica luego
de los estragos que causaron los fenómenos hidrometeorológicos de septiembre allá
en el estado de Guerrero, en torno a si se avisó a tiempo o no a las
autoridades estatales sobre los peligros que estos representaban para algunas
entidades del país.
Habría
que decir que, en ocasiones, es la misma gente la que no responde a los
llamados de advertencia de las autoridades.
Acá
en La Paz en 1976, hace 37 años, tuvimos una experiencia al respecto cuando el ciclón
Liza causó destrozos en la pacífica capital de Baja California Sur y le dejó
una cicatriz no sólo física en su trazado urbano sino en todos los que vivimos
la tragedia provocada por el desbordamiento de las aguas que se acumularon en
el bordo de El Cajoncito.
Brigadas
del Ejército Mexicano recorrieron las colonias que, potencialmente, podrían
afectarse en caso de una fuerte avenida de agua, pero la mayor parte de la
gente ignoró la advertencia y las consecuencias fueron fatales.
Existe
la versión de que lo hicieron porque iban a dinamitar el bordo para que el agua
no reventara por la calle 5 de Mayo por donde se ubican las instalaciones de la
Tercer Zona Militar, pero esa es otra historia.
Todavía
suele ocurrir que cuando llega la alerta, muchos la ignoran.
Y
es que dicen que la burra no era arisca, pero la hicieron.
Cada
que pasa una desgracia provocada por la naturaleza, hay actos de pillaje y
saqueo en las viviendas que los damnificados tienen que abandonar
temporalmente.
Eso
provoca temor a perderlo todo, aunque a veces de todas maneras, cuando es antes
y llega la desgracia, se pierde.
A
la mejor esa alerta se envió en tiempo y forma, como dijo el gobernador de Guerrero,
Angel Heladio Aguirre Rivero pero hay una alerta que ha estado gravitando desde
hace décadas y a la que las autoridades, de los tres niveles de gobierno no le
han prestado atención: la de que no se debe construir en zonas de riesgo.
Es
decir, el problema, como se subraya cuando hay una transmisión de señal de
televisión, es de origen.
Si
las autoridades corruptas no permitieran que se construya en las zonas de alto
riesgo, no habría el saldo tan trágico que ocurre cada año.
Se
entiende que a veces por necesidad, la gente se asienta en ese tipo de áreas
urbanas, pero hay que recordar que al hacerlo, ponen en riesgo sus vidas y las
de los suyos.
Ahora
que pasó la tragedia de Acapulco y otras zonas urbanas de Guerrero, ha salido a
relucir que servidores públicos sin escrúpulos autorizaron asentamientos
humanos donde el peligro es inminente.
Eso,
ya la sabemos que pasa en todas partes.
Se
habla de los ex alcaldes de Acapulco, Alberto López Rosas y Zeferino
Torreblanca. Este último también fue gobernador de esa entidad.
Y
también del propio Aguirre Rivero que fue gobernador interino y que enfrentó la
emergencia generada entonces por el huracán Paulina.
Pero
al paso del tiempo se olvida la tragedia y otra vez hasta que vuelve a ocurrir
una desgracia, surge la polémica.
Y
la búsqueda de culpables, que en realidad lo somos todos.
Por
comisión o por omisión.
¿O
no?
La
lectura es vida, lo demás…es lo de menos…hzr@prodigy.net.mx
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