El sábado 21 de septiembre, un diario de
circulación nacional difundió una fotografía tomada la noche del viernes 13 de
septiembre en Chilpancingo, capital del estado de Guerrero.
En ella se ve al gobernador de esa
entidad, Angel Heladio Aguirre Rivero festejando alegremente con mariachi, tequila, mezcal y antojitos
mexicanos, la conmemoración del Bicentenario del Primer Congreso de Anáhuac.
Ese día, inician las Fiestas Patrias y se
conmemora el sacrificio de los Niños Héroes de Chapultepec.
El mismo diario en mención, publico el día
23 de septiembre, una fotografía tomada en la inundada población de Tixtla y en
la que aparece el mandatario guerrerense con las pestilentes aguas negras casi
hasta el cuello y siendo entrevistado por un reportero de Televisa.
La imagen, que fue difundida por la
oficina de prensa del Gobierno de Guerrero, llevaba implícita la intención de
demostrarle a la opinión publica nacional que el gobernador Angel Helado, es un
político preocupado por los problemas y las desgracias que estaban viviendo sus
paisanos con motivo de las fuertes lluvias que dejo ese matrimonio de la
naturaleza que escenificaron Manuel e
Ingrid en plenas Fiestas Patrias.
En efecto, en la foto de Tixtla,
Guerrero, el gobernador se veía preocupado, pero en la de Chilpancingo de la
noche del 13 de septiembre se miraba preocupedo.
Y si la fotografía de Tixtla mandaba el
mensaje de la gran preocupación del primer mandatario de Guerrero por la
situación grave que enfrentaba la entidad que mal gobierna, la fotografía de Chilpancingo
enviaba el mensaje de que al ciudadano jefe del Ejecutivo estatal le importaba
un pito lo que pudiera pasar con la presencia de Manuel e Ingrid, en el
territorio que desgobierna.
De seguro, debe haber pensado cuando le
mencionaron estos nombres, que se trataba de una pareja de recién casados que había
ido de viaje de bodas al internacional destino turístico, Acapulco y que por lo
tanto, no habría mayores complicaciones.
Pero la tragedia fue de grandes
proporciones.
De Cientos, de miles de damnificados y
muchos de ellos lo perdieron todo: papeles, casa, carros, ropa, enseres domésticos,
etcétera.
Y el ciudadano gobernador lo único que perdió,
fue la vergüenza.
Si los guerrerenses votaron en su mayoría
para que el fuera el titular del Poder Ejecutivo Estatal, él tiene la
obligación de velar por la seguridad y la integridad física de todos y cada uno
de ellos.
Cuando menos, creo yo, debió haberse
disculpado y no asistir a esa celebración del viernes 13, que ya de por si es
una fecha fatídica, para estar pendiente el personalmente de la evolución de la
tormenta y el huracán que, en un caso que ocurría en los últimos 50 años se dio
con las consecuencias que ya todos conocemos.
Pero don Angel Heladio, creo que le hace más
honor a su segundo nombre (por aquello de las chelas heladas) que a sus
obligaciones como autoridad.
¿No cree usted?
La lectura es vida, lo demás…es lo de
menos…hzr@prodigy.net.mx
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