domingo, 8 de diciembre de 2013

Tems y...honor a quien honor merece

El pasado sábado 7 del presente mes, mi madre habría cumplido 95 años, pero murió el 9 de junio del presente, año es decir, hace 6 meses.
Hago la remembranza porque el pasado 5 del mes en curso, a los 95 años, falleció ese gran luchador social de proyección mundial, Nelson Mandela, ex presidente de Sudáfrica y el principal artífice en esa gran hazaña que fue derribar las barreras del llamado Apartheid, que segregaba a los negros y de otras razas, de los blancos en aquella nación del continente africano.
Supe de Mandela cuando en 1992, precisamente, se dio a conocer que el Apartheid había llegado a su fin y que, de la mano de ese gran líder moral sudafricano, esa nación se preparaba para transitar por un sendero en el que todos los hombres y todas las mujeres fueran iguales.
Pero fue en estos tiempos en que conocí más a fondo el papel que el hoy fallecido ex presidente de Sudáfrica desempeñó y todo lo que su figura icónica representó no sólo para los de su misma raza, sino para todos aquellos que en el mundo luchan cotidianamente contra la injusticia y contra todo aquello que atenta contra la naturaleza humana.
Nelson Mandela, también conocido como Madiba, permaneció encarcelado unos 27 años de su larga existencia, precisamente, por rebelarse contra el injusto sistema de gobierno que dominaba su nación y que oprimía a los de su raza.
Esa confinación a sucias y pestilentes prisiones, no doblegó el espíritu de lucha social de Mandela.
Hoy sé que el fallecido líder sudafricano, logró soportar el largo encierro sin doblegarse ni declararse vencido, gracias a que alguna vez leyó el poema Invictus del poeta de origen inglés, William Ernest Henley.
He decidido reproducirlo en este modesto espacio, como un homenaje tanto a Henley como a Mandela y con la idea de que aquel lector o lectora que lo lea, lo pueda recordar en los momentos difíciles de su existencia, para salir victorioso:
“Más allá de la noche que me cubre,
Negra como el abismo sin fin,
Agradezco a los dioses si existen
Por mi alma inquebrantable.
Caído en las garras de la circunstancia
No he llorado ni pestañeado.
Bajo los golpes del destino
Mi cabeza está ensangrentada, pero erguida.
Más allá de este lugar de cólera y lágrimas
Yace el horror de la sombra,
Y sin embargo la amenaza de los años
Me encuentra, y me encontrará sin miedo.
No importa cuán estrecha sea la puerta,
Cuan cargada de castigos la sentencia,
Soy el amo de mi destino:
Soy el capitán de mi alma”.
Lo que más llamó la atención de Nelson Mandela fueron las ultimas 9 líneas que las memorizó y fueron como el maná del cielo, como el alimento espiritual que blindaba su espíritu de lucha y que evitó que se venciera.
El poeta William Ernest Henley, fue víctima de la tuberculosis desde los 12 años y esa terrible enfermedad atacó sus huesos a grado tal que fue necesario cortarle una pierna a la altura de la rodilla para salvarle la vida.
El poema Invitctus lo escribió desde una cama de hospital.
Nelson Mandela lo escribió a su vez en una hoja de papel y lo conservó el tiempo que estuvo prisionero. Cuando sentía desfallecer, lo leía una y otra vez.
Por ello el título de una de las películas que se han hecho sobre la vida y trayectoria de Mandela, lleva como título Invictus. Descanse en paz, el gran Madiba.
La lectura es vida, lo demás es lo de menos…hzr@prodigy.net.mx







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