Seguramente, usted habrá escuchado alguna
vez el chiste aquel del tipo que presumía que tenía un perro policía.
Ya sabe usted que así se identifica en
México a los perros pastor alemán.
Un día, uno de esos que nunca falta le
preguntó al presumido aquel que si su perro era policía ¿¡por qué no ladraba!?
¡Ah es que es policía secreto!, respondió
muy orondo.
El tema viene a cuento porque el pasado 16
del mes de noviembre cuando los integrantes de la Sección 7 de la CNTE del estado de Chiapas celebraban su Asamblea
Estatal Permanente, descubrieron a tres elementos de la Policía Federal que
estaban infiltrados en la reunión:
Dos hombres y una mujer.
El hecho en si tal vez no tenga tanta
relevancia, sino el detalle de que los elementos de la PF ¡iban armados!
¿A quién se le ocurre asistir con las
armas de cargo a una reunión en la que se dan cita un número importante de
personas para tratar asuntos que son de interés del Estado y que por supuesto
no portan armas?
Si la intención era saber los acuerdos a
tomar para transmitirlos a sus superiores y así buscar neutralizarlos, no había
necesidad de que esos policías portaran sus armas. Deben ser policías federales
novatos.
Pero no creo que sus superiores lo sean.
La mujer y los dos varones fueron
entregados a la Procuraduría General de Justicia del Estado de Chiapas para que
se deslindaran responsabilidades.
¿Qué pensaría de este suceso don Fernando
Gutiérrez Barrios, si viviera?
El llamado hombre leyenda, seguramente, se habría infartado.
Cuentan que cuando un personaje político
o algún gobernador visitaba a don Fernando en su despacho de la Secretaría de
Gobernación, de la que fue titular unos años con Carlos Salinas de Gortari,
tenía en su escritorio un folder con el nombre del visitante y con la
apariencia de tratarse de documentos comprometedores.
El personaje aquel que pretendía
sorprender al avezado político experto en cuestiones de Inteligencia, perdía la
compostura al ver su nombre en el folder y se convertía en un manso corderito.
Y le funcionó siempre.
Habrá quienes no estén de acuerdo en la
práctica de infiltrar espías en organizaciones, como el caso de la CNTE, pero
no hay que perder de vista que una de las obligaciones primarias del Estado es
velar por la seguridad de las personas y sus bienes y ya ve usted cómo se las
gastan en estos tiempos que corren, los integrantes de la Coordinadora, sobre
todo en aquellos estados en los que tiene más poder que el Sindicato Nacional
de los Trabajadores de la Educación.
Y sí, eso de que los infiltrados a la
asamblea de la Sección 7 de la CNTE en Chiapas, fueron armados, fue una
verdadera burrada.
Por decir lo menos.
Por cierto, me parece innecesario que los
elementos del Ejército Mexicano que cumplen tareas de aplicación del Plan
DN-III, porten sus armas de cargo cuando realizan la entrega de despensas y
auxilian a los damnificados.
No creo que sean necesarias.
¿O usted qué opina?
La lectura es
vida, lo demás…es lo de menos…hzr@prodigy.net.mx
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