En 1977, la sociedad mexicana conoció el drama de
Ricardo Aldape Guerra, aquel joven paisano que se salvó tres veces de ser
ejecutado en el vecino país del norte, pero que, tal vez porque su destino
trágico estaba marcado, falleció en un accidente automovilístico en carretera
dentro de los límites geográficos de San Luis Potosí a escasos 4 meses de haber
alcanzado la ansiada libertad.
Desde el momento en que se conoció la historia de
Aldape Guerra, miles de mexicanos, incluidas desde luego las autoridades,
exigieron que se le indultara bajo el argumento de que su expediente estaba
plagado de irregularidades y que, de ser ejecutado con la aplicación de una
inyección letal, se estaría cometiendo un horrible crimen.
En 1982, Ricardo fue sentenciado a muerte bajo los
cargos de haber asesinado a un policía en Houston, Texas, estado del vecino
país el norte a donde había llegado en calidad de indocumentado, procedente de
su natal Monterrey y en busca del llamado sueño
americano.
Durante 15 años estuvo luchando contra la muerte y su
caso acaparó el interés, no sólo nacional sino internacional y gracias a la
presión que ejercieron las autoridades mexicanas y miles de compatriotas,
Ricardo fue liberado el 16 de abril de 1997.
Durante todos esos años, fue inspiración para
corridos, documentales, libros y notas periodísticas, a grado tal que una vez
en libertad, recibió una oferta de una televisora nacional para dedicarse a la
actuación y participar en telenovelas.
La suerte le sonreía de nuevo y con el dinero que
empezó a ganar compró una casa nueva en Monterrey así como un auto deportivo de
lujo para trasladarse del Distrito Federal a Nuevo León los fines de semana o
cuando hubiera la oportunidad.
El 23 de agosto de 1997, cuando Ricardo viajaba en su
auto deportivo color rojo, a Monterrey para supervisar los preparativos para su
boda en diciembre de ese año, se estrelló en la parte trasera de un camión de
carga que circulaba por la carretera Panamericana en la zona de San Luis Potosí
y falleció instantáneamente.
Increíble, pero cierto: se había salvado en tres
ocasiones de que la huesuda dama se lo llevara y, cuando recobró si libertad y
se abría un futuro promisorio para él, vino el fatal accidente que le arrebató
la vida.
El caso de Ricardo Aldape Guerra no es el único que ha
recibido el apoyo de las autoridades mexicanas y de la sociedad en general,
incluso en estos días el de Edgar Arias Tamayo, condenado a pena de muerte y
quien deberá ser ejecutado el 22 del presente mes, ha despertado también
polémica, porque se asegura que hay irregularidades en el proceso que lo llevó
a prisión y que lo tiene a un paso de la muerte en una prisión de Texas.
Todo lo anterior viene a colación, porque en México
somos muy dados a exigir buen trato para nuestros connacionales que van en
busca del sueño americano, pero nuestras autoridades migratorias parece que se
las cobran a aquellos migrantes centroamericanos que también intentan llegar al
vecino país del norte en busca de mejores horizontes para ellos y sus familias.
Oscar Brito, un pensionado de 62 años de edad que
intentó viajar a Estados Unidos de manera ilegal para reunirse con su familia,
fue detenido en Matamoros hace más de un año y, pese a varias enfermedades que
le aquejan y que se han recrudecido con su encierro, sigue allí si ser
deportado a Cuba.
Según se informa, varias organizaciones defensoras de
derechos humanos han realizado gestiones ante el Instituto Nacional de Migración
y ante la Comisión Nacional de los Derechos Humanos para que se le otorgue una
visa humanitaria y pueda regresar a su país, pero no hay respuesta.
Ni duda cabe: seguimos siendo, candil de la calle y
oscuridad de la casa.
La lectura es vida, lo demás…es lo de
menos…hzr@prodigy.net.mx
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