Que yo recuerde, en estas casi 6
décadas de andar navegando por este mundo cruel, no he visto o sabido de una
protesta contra el deporte del boxeo.
En cambio, por ejemplo, he visto
varias y unas más recientes, en contra de la Tauromaquia, que en palabras más
entendibles, significa corrida de toros, también llamada la fiesta brava.
De la Tauromaquia, se dice por un
lado que es una especie de deporte y por el otro, que es un espectáculo, pero
como quiera que sea y a pesar de la crueldad que su práctica pudiera encerrar, hay
quienes opinan que debe continuar.
Esta actividad data de la edad de
bronce y fue en el siglo XII cuando ya en España se inició más o menos como la
conocemos actualmente, aunque hubo un periodo en que se lastimaba demasiado a
los toros que participaban en el espectáculo.
Bueno, el tema quise centrarlo
más bien en el boxeo, por la reciente muerte del boxeador mexicano Oscar González alias el Fantasma, quien falleció víctima de los
golpes que le propinó su rival, Jesús Galicia el sábado uno de febrero próximo
pasado con lo que se elevó la
estadística de muertes ocurridas en el encordado, tan sólo en la república
mexicana a poco más de 50 pugilistas, aunque la cifra podría ser mayor porque
no se tienen todos los registros.
En 2009, Omar Chávez, hijo de la
leyenda del boxeo mexicano, Julio César Chávez, enfrentó en el ring a Marco
Antonio Nazareth, quien días después del combate, falleció por un derrame
cerebral.
En el 2008, Daniel Aguillón
perdió la vida luego e enfrentarse a golpes contra Alejandro Sanabria, en el
mismo escenario donde peleó su último combate Oscar González el Fantasma.
Habrá quienes digan que son miles
y miles las peleas de box que se han llevado a cabo tanto en el sector amateur
como en el profesional en nuestro país y que poco más de medio centenar de
fallecimientos que se han registrado, son picatta minuta.
Y que además, los que practican
ese deporte, saben perfectamente el riesgo que corren al enfrentarse a un
rival.
Pero para los boxeadores que han
tenido la desgracia de no sólo noquear a su rival en turno sino de enviarlo al
otro mundo, no es nada fácil superar ese episodio.
El famoso boxeador cubano ex
campeón mundial Ultiminio Ramos, dijo alguna vez que no era tan sencillo
olvidar el haber dado muerte a un compañero de profesión, desde luego sin tener
esa intención.
Su caso es el más dramático de
todos porque a él le sucedió en dos ocasiones: en 1958 cuando derrotó y le
provocó la muerte a su paisano, José Tigre Blanco y luego en 1963, cuando
derrotó al estadounidense Davey Moore, quien a los días del combate, falleció.
El ex campeón mundial gallo, el
mexicano Guadalupe Lupe Pintor,
también vivió un episodio trágico en 1980, dos meses después de haber noqueado
al galés Johnny Owen, quien murió por un coágulo en el cerebro.
Más atrás, el 4 de octubre de
1959, el gran José Becerra, mexicano ex campeón mundial gallo le provocó la
muerte al norteamericano Walter Ingram y ese fatídico episodio, siempre lo
atormentó, hasta su muerte e incluso lo llevó a retirarse del boxeo cuando
todavía tenía mucho que dar.
Aquí en BCS, ese tipo de
tragedias también la vivió ya a uno de los nuestros: Raúl Hirales, un boxeador
del barrio de El Esterito, noqueó en octubre del 2012 a Francisco Franky Leal, quien falleció días
después del combate.
Raúl, requirió del apoyo
psicológico y de su familia para poder volver al boxeo, pero sin duda alguna
que esa trágica muerte, será un pasaje de su vida como boxeador, que no podrá
olvidar jamás.
¿Debería prohibirse el boxeo?
Usted tiene la respuesta.
La lectura es vida, lo demás…es lo de menos…hzr@prodigy.net.mx
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