La captura de Joaquín Guzmán Loera, alias el Chapo, el pasado fin de semana, es tema
obligado.
En este espacio alguna vez se planteó la interrogante
sobre cómo fue que este miembro del crimen organizado había escapado de una
prisión segura, como lo es el penal de máxima seguridad de Puente Grande, allá
en Guadalajara, Jalisco, en 2001.
Y por qué, si atrapaban a varios de los cabecillas de
los cárteles de la droga en México, al famoso Chapo Guzmán no se le tocaba ni con el pétalo de una rosa: ni
Vicente Fox ni Felipe Calderón pudieron atraparlo.
Esa misma pregunta estuvo flotando en el ambiente de
las redes sociales todo el fin de semana.
El año pasado, pudieron haber atrapado al Chapo, allá en Los Cabos, antes de la
famosa cumbre del G-20, ya que estaba de visita en una lujosa residencia de
Cabo San Lucas, pero de nuevo el escurridizo narcotraficante se hizo humo y no
fue posible capturarlo.
Ese episodio, por cierto, lo incluye en su libro, Los corruptores, el periodista, Jorge Zepeda
Patterson, quien hace una historia novelada de los sucesos políticos del
momento en nuestro país.
Durante 13 años, otra vez el número 13, el Chapo gozó
de absoluta libertad y se movió a lo largo y ancho del territorio
mexicano.
Es más, se cree que hasta el vecino país de Guatemala,
visitaba con frecuencia, pues de allá llegaron en más de una ocasión, noticias
relacionadas con este personaje.
¿Por qué los dos ex presidentes de México que
gobernaron los últimos 12 años, no lograron capturar a Guzmán Loera?
Podrá haber muchas respuestas, pero la realidad es que
el capo mexicano más buscado en este siglo, permaneció intocable durante todo
ese tiempo.
Es cierto que si cayó el Chapo, como cayeron otros tantos jefes del narcotráfico mexicano,
saldrán otros más, no se puede dejar de reconocer que, como lo señala el propio
gobierno federal, hubo una verdadera coordinación de esfuerzos entre todas las
áreas encargadas de combatir al crimen organizado.
Además, hay que recordar que con la captura de los
líderes del cartel de Tijuana, los hermanos Arellano Félix, en aquella ciudad
fronteriza se redujo considerablemente el índice de mortandad relacionado con
acciones conectadas con el crimen organizado.
En los años de reinado del Chapo, se registraron miles de muertes violentas en la disputa por
el territorio y el trasiego de las drogas.
Habrá que esperar ahora, que con su captura, al menos
baje la intensidad de esas confrontaciones entre los integrantes de los
diversos cárteles del narco que han hecho de sus actividades ilícitas un
imperio económico.
Si el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto logra
detener a los líderes de Los Templarios,
allá en el convulsionado estado de Michoacán, sin duda alguna se estará
mandando un mensaje claro a la ciudadanía mexicana, de que en este sexenio no
se tolerará a aquellos que lideran bandas criminales dedicadas a las
ejecuciones, a los secuestros, al ajuste de cuentas y a otras tantas acciones
por encima de la ley.
Algo que vale la pena subrayar en la captura de
Joaquín Guzmán Loera, alias el Chapo,
es que lo atraparon vivo y hay pruebas fehacientes de ello, lo que no sucedió,
por ejemplo con el caso de el Lazca,
del cartel de Los Zetas e incluso,
con el Chayo, uno de los líderes
históricos de Los Templarios, antes La
Familia.
¿Quién sigue?
Hay que estar atentos.
La lectura es vida, lo demás…es lo de
menos…hzr@prodigy.net.mx
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