No es mi fuerte, desde luego, el tema financiero y
económico, pero a veces hay que abordarlo y tratar de hacerlo de manera tal que
se pueda lograr esa conexión con l@s lectores y que se entienda el mensaje.
Lo que sucede es que el pasado uno de enero, se cumplieron
los primeros 20 años del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, es
decir entre los países de México, Estados Unidos de América y Canadá.
Los expertos sobre esta alianza estratégica entre
estos tres países han estado opinando los primeros días después de ese vigésimo
aniversario y ha habido comentarios en pro y en contra de dicho tratado.
Yo lo que quiero resaltar, y eso es algo en lo que hay
coincidencia en algunos opinantes del
asunto, es que los beneficios para nuestra nación mexicana podrían haber sido
mayores a la distancia de esos 20 años. ¿Por qué o cómo?
Esos beneficios habrían sido de más impacto en la
sociedad mexicana, si se hubieran llevado a cabo las reformas que hoy apenas
entre el año anterior y este, que son los dos primeros de los seis que le
corresponderá gobernar a Enrique Peña Nieto desde la titularidad del Poder
Ejecutivo Federal, se han logrado.
Citemos un ejemplo: la desincorporación como empresa
paraestatal y su posterior venta a la Iniciativa Privada, léase Carlos Slim, de
Teléfonos de México, se dio poco antes del TLC,
como parte de los compromisos con la entrada en vigor del Tratado de
Libre Comercio con Estados Unidos de América y con Canadá.
La decisión del gobierno mexicano, encabezado entonces
por Carlos Salinas, podríamos calificarla de acertada pues Telmex se había
convertido en un pesado fardo para las finanzas gubernamentales federales.
El problema fue que no se llevaron a cabo esas
reformas al sistema de telecomunicaciones para que la Telmex no se convirtiera
en una empresa preponderante o dominante en el sector, como lo ha sido desde
entonces y lo confirmo ya el IFT.
Y evitar, al mismo tiempo, que surgiera el famoso
duopolio de la televisión abierta con Televisa y TV Azteca, respectivamente,
que son las que dominan el mercado mexicano.
Si el gobierno federal hubiera aplicado esa reforma,
así como la laboral y la educativa, por citar sólo tres, el país habría
alcanzado elevados índices de crecimiento –algo similar a lo ocurrido en China,
guardadas las proporciones- y la situación económica de las familias mexicanas
habría mejorado sustancialmente estos 20 años de vigencia del TLC.
Para complicar las cosas, tres años después de TLC, es
decir en 1997, el Partido Revolucionario Institucional dejó de tener el control
en la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión y si bien, políticamente era
deseable, lo que sucedió a partir de esa fecha es que las pretendidas reformas
se estancaron y al no haber consensos entre las fuerzas políticas representada
en el Congreso Federal, pues llegamos a la situación que hoy estamos enfrentando.
Por ello, para quienes dicen y argumentan que las
reformas emprendidas por el gobierno de Enrique Peña Nieto no tienen razón de
ser y que deberíamos seguir como estamos, les digo que, aunque tardías, serán
la base firme para que México logre mejores estadios para todos los sectores
que conforman el tejido social hoy tan lastimado.
Es cierto que los precios bajos del gas, las gasolinas
y la electricidad entre otros energéticos no van a bajar de hoy a mañana, pero
cuando menos con las reformas, concretamente la energética, ese objetivo se
alcanzara en un promedio de 5 a 10 años.
¿Son muchos?
Nada más piense en qué pasaría si no se hubieran
logrado, por fin, esas reformas, que deben mejorarse y perfeccionarse, sin duda
alguna.
Por cierto el día que el cónsul de EUA en Tijuana
Andrew S.E. Erickson visitó El Sudcaliforniano, nos preguntó nuestra opinión
sobre los 20 años y quién ganó con el TLC: México o su país y yo dije que ligeramente,
ganó el nuestro.
¿Y usted que opinaría?
La lectura es vida, lo demás…es lo de
menos…hzr@prodigy.net.mx
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