México es el
país de las Comisiones y de los comisionados.
Apenas la semana
pasada se acaba de integrar una: en la Asamblea Legislativa del Distrito
Federal para investigar el escándalo de la Línea 12 del Sistema Colectivo de
Transporte, mejor conocido como el Metro. En el Senado se integró una
subcomisión.
Las y los
legisladores que la integran, dicen muy orondos que llegarán hasta las últimas
consecuencias, pero ya sabemos que en el camino se atoran y todo, como el
gatopardismo del que tanto hablaba don Jesús Reyes-Heroles, el padre no el
hijo, cambia para seguir igual.
En este caso
estamos hablando de Comisiones relacionadas con el Poder Legislativo,
principalmente el federal.
¿Cuántas
Comisiones de ese tipo, se han integrado hasta el momento?
Sería cuestión
de investigar y echarle números, pero son un montón y poquito más.
Recuerdo,
precisamente por la cercanía de un aniversario más de ese trágico suceso,
aquella que se integró, por ejemplo para darle seguimiento al Caso Colosio y
que fue encabezada por un sudcaliforniano: Mario Vargas Aguiar.
La que se
integró para investigar a los hijos de la señora Martha, con h como es su
nombre original de acuerdo a su acta de nacimiento y de la que no hubo
resultados.
Más atrás, la
Comisión de la Verdad, para el caso del Movimiento del 68 y la masacre de
Tlatelolco y la del Jueves de Corpus de 1971 allá en el DF.
Y así la lista
es larga.
Parece que las
mexicanas y los mexicanos padecemos de Comisionitis.
¿De qué sirven?
Pa´ taparle el
ojo al macho, dirían los observadores quisquillosos que nunca faltan y podrían
tener razón pues si se hace un balance de los resultados arrojados por esas
Comisiones y los beneficios que con ellas se obtuvieron, el saldo es más
negativo que positivo.
¡Ya chole!
Que se
investigue por parte de la autoridad correspondiente y que se castigue a
quienes transgredan la ley, simple y sencillamente.
Hechos no
palabras.
Acciones, no
Comisiones.
Y luego vienen
los comisionados.
Los hay por
todos lados.
Simplemente del
Sindicato Nacional de los Trabajadores de la Educación, son decenas de miles
los que están comisionados en tareas sindicales o de otra índole y aunque se
asegura que todos van a tener que regresar a las aulas, la verdad es que hasta
no ver, no creer.
Antes, eran los
comisionados de los gobiernos, en sus tres niveles, en tareas partidistas.
Y así, se va
agrandando la lista.
¡Ya chole!
Si se juntara
todo el dinero y los esfuerzos que se aplican en esas comisiones y en esos
comisionados, otro gallo nos cantara y no estaríamos tan amolados como estamos.
¿Estarían
dispuestos nuestros legisladores federales a proponer que se acabe ya con esa
moda de las Comisiones y los comisionados?
¿Quién le
pondría el cascabel al gato?
Soñar no cuesta
nada.
La lectura es
vida, lo demás…es lo de menos…hzr@prodigy.net.mx
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