¿Usted, lector lectora, tiene recuerdos en su mente de cuando tenía 4
años de edad?
Yo por ejemplo, recuerdo que a esa edad, solía sentarme en el quicio de
la puerta de mi casa-tienda, a tomar un poquito de sol, con una guitarra de
plástico amarilla –como las mariposas de Mauricio Babilonia de Gabriel García
Márquez-, pero no tengo mayores recuerdos.
Y si contamos por minutos, por horas o incluso por días, se diría que 4
años son miles de minutos, miles de horas y casi mil 500 días.
Ora que si asimilamos aquello que dijo Carlos Gardel, el más grande de
los compositores de tango en Argentina, de que 20 años no es nada, pues
entonces 4 lo serían menos.
De la edad de 4 años, Jordan Cortez no recordará absolutamente nada.
Y no porque haya perdido la memoria ahora ya en la edad adulta.
Es que ese es el nombre del niño que murió víctima de una bala perdida
allá en Ecatepec, estado de México, el fin de semana pasado.
Es decir, Jordan no alcanzó a cruzar esa línea de vida más allá de los 4
años.
Incluso, ni siquiera supo lo que pasó, pues de repente cuando caminaba
por la calle se desvaneció y sus familiares se dieron cuenta de que había sido
herido en la cabeza por una bala perdida.
¿Bala perdida?
Luego de salir del jardín de niños, acompañado de sus dos hermanos de 5
y 6 años de edad y de su abuela, se dirigían a su domicilio particular cuando
se detuvieron frente a un exhibidor de películas y entonces Jordan le pidió a
su abuela que le comprara una película de caricaturas.
Fue en ese momento que de repente se desvaneció y ante la angustia de su
abuelita, quedó allí tirado en el suelo en medio de un gran charco de sangre:
una bala perdida le había penetrado el cráneo.
Se hizo todo lo humanamente posible por salvarle la vida a Jordan, pero
no fue suficiente: la herida había sido mortal.
¿Quién fue el que accionó el arma homicida?
Será más que imposible definirlo.
Esos incidentes ocurren con frecuencia.
Sobre todo en enfrentamientos entre los integrantes del crimen
organizado y las autoridades policiacas.
Mientras, Jordan pasó a formar parte de las estadísticas de los seres
humanos muertos, colateralmente, en este país sin deberla ni temerla.
Allá en el estado de México en algunos poblados es una tradición echar
balazos al aire en las fiestas populares.
Ya hace unos meses hubo otro incidente en el que murió un niño que se
encontraba en un cine y sobre su cabeza cayó una bala perdida, lo que le
provocó la muerte.
Nunca, obviamente, se supo quien fue el que accionó el arma.
Las autoridades dijeron entonces que prohibirían la práctica de tirar al
aire para reducir las posibilidades de incidentes de ese tipo en aquella región
del país.
Pero ya no se habló más del asunto.
Ahora fue este otro pequeñín y mañana quién sabe.
¡Pobre Jordan ya no pudo ver sus caricaturas!
¡Cuánta tristeza!
¿Sería por ello que Jorge Arvizu El Tata,
quien dobló la voz de varios personajes de las caricaturas murió tres días
después que Jordan para ir a entretenerlo allá en el cielo?
¡Pobres de sus padres, hermanos y abuelos!
¡Pobres de las autoridades que en estos casos están atadas de manos sin
hacer nada efectivo para proteger la vida de las personas!
¡Pobres de nosotros!
La lectura es vida, lo demás…es lo de menos…hzr@prodigy.net.mx
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