“Eres ciudad amada del poeta
Prisionera del mar y del desierto
Donde el viejo molino allá en el huerto
Acalló su canción suave y discreta….”
Este fragmento es de un poema del profesor Néstor
Agúndez, llamado Ciudad de La Paz.
Y decidí transcribirlo en este espacio, porque me
llamó poderosamente la atención donde lo vi, hace unos días: en un depósito
elevado de agua potable.
Si, en efecto. En una área de esta ciudad capital donde
se ubican tres fraccionamientos, uno de ellos, el Civilizadores de California, el
Organismo Operador Municipal del Sistema de Agua Potable y Alcantarillado,
repintó el depósito y colocó algunos mensajes y este fragmento del poema del
profesor Agúndez de quien por cierto el pasado 26 de marzo se conmemoró un
aniversario más de su lamentable deceso.
No faltará quien diga que qué manera de desperdiciar
el dinero.
Que son cursilerías y que el OOMSAPAS debería realizar
mejor otras tareas.
Pero, yo sí entiendo el mensaje: Se trata de
humanizarnos.
De sensibilizarnos para ser buenos ciudadanos y que
cuidemos esas instalaciones y todo el demás equipamiento urbano que se instala
en beneficio de quienes viven en la zona.
Y de paso, se contribuye a divulgar de una manera
sencilla, la cultura y, específicamente, lo que han escrito personajes como el
profesor Néstor Agúndez, nacido en Todos Santos, pero ya convertido en un ícono
de la poesía sudpeninsular.
Decía Rubén Rivera Calderón el viernes pasado en su
espacio radiofónico de recomendación de la lectura promovido por la UABCS, que
no es nada fácil entender a los poetas y a algunos grandes escritores
universales.
Y menos fácil despertar el interés en sus obras.
Por eso creo que la manera de divulgarlas en forma
modesta y sencilla a través del
equipamiento urbano, como lo está haciendo el OOMSAPAS del XIV Ayuntamiento de
La Paz, seguramente en coordinación con la Dirección Municipal de la Cultura a través de la
incansable Matilde Cervantes, es una tarea que debe reconocerse.
El escritor juarense, Ignacio Solares dice que si
todos nos preocupáramos por nuestro prójimo, seríamos un país diferente.
Que la fórmula para acabar con el veneno que es la
violencia, está el antídoto que es la cultura:
“La literatura, la cultura, nos hace más humanos, más
preocupados por lo que nos rodea”.
Por cierto hace unos días me llamó la también poetisa,
en su caso loretana, Esthela Davis para solicitarme la publicación en nuestro
diario, de un escrito relacionado con el aniversario luctuoso del profesor
Néstor Agúndez y estuvimos recordando algunas anécdotas.
Hizo alusión a una que ocurrió una vez que ella estuvo
de visita en Todos Santos en un encuentro de personas dedicadas a la literatura
local y dice que cuando salió del lugar donde se reunieron, del brazo del
insigne poeta todosanteño, una señora mayor de edad que los vio, les preguntó
que si eran marido y mujer pues daban la impresión de que formaban una pareja
muy bonita.
Ella, que se jacta de ser temeraria, le contestó que
sí, pero dice que el profe se sintió un tanto turbado.
Y fue comprensible porque las mujeres con las que Néstor
Agúndez pasó sus años ya en la adultez, fueron, únicamente, las musas etéreas de
sus versos…
La lectura es vida, lo demás es lo de
menos…hzr@prodigy.net.mx
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