Como estos días, son
de reflexión, el tema es apropiado:
¿Cuántas veces se ha
visto en una especie de callejón sin salida?
¿Cuántas veces se ha
sentido desesperado?
Sin duda alguna que su
respuesta será, que en muchas ocasiones.
En estos tiempos de
crisis, ¿no le desespera que el semáforo no activa la luz verde, cuando usted
lleva prisa?
¿No le desespera que
no llegue la quincena, para poder cobrar su salario?
¿No le desespera que
las autoridades no le hagan caso a sus reclamos?
Cuando no cede una
enfermedad ¿no se siente desesperado?
¿Se desespera porque
sus hijos e hijas no le hacen caso?
Cuando va a su trabajo
y el tráfico es intenso, sobre todo en las horas pico ¿no se desespera?
Seguramente que la
respuesta es ¡SI!
Pero ¿qué es la
desesperación?
He aquí tres
definiciones:
1.-Pérdida total de la
esperanza.
2.-Alteración del
ánimo causado por cólera, impotencia o enojo.
3.- Persona o cosa que
la causa.
Desde luego hay muchas
más definiciones, como esa de tirarse de los pelos o casi volverse loco, pero
sería largo enumerarlas y ese no es el objetivo del tema.
La idea es más bien
intentar una reflexión, sobre algo que nos es tan cotidiano a los seres
humanos.
El otro día viendo un
adelanto (los gringos le llaman trailer) sobre una serie que empezaría a
transmitir una prestigiosa cadena de televisión internacional, me llamó la
atención una escena de la protagonista principal de esa serie quien le comenta
a su atribulada tía lo desesperada que se siente porque las cosas no se dan
como ella las había planeado o pensado, luego de que se muda a la gran ciudad
después de vivir varios años en una pequeña comunidad.
Está totalmente
desesperada, incluso, al borde del suicidio.
Entonces la tía
mirando hacia la pecera que está frente a ellas le dice palabras más palabras
menos:
“No te desesperes,
aprende de los peces que están allí dentro, nunca pierden la calma, ellos no se
desesperan a pesar de que están cautivos”. ¡Es cierto!
Pero no es tan fácil
tener calma, tener paciencia y no desesperarse.
En teoría, todo
funciona, pero en la práctica, se complica.
Seguramente usted ha escuchado
la leyenda bíblica de la paciencia de Job, quien a pesar de sufrir una serie de
calamidades personales, como una terrible enfermedad, siendo hombre rico se
quedó en la miseria, perdió a toda su familia, pero a pesar de todo ello nunca
se desesperó.
Y por ello se le
utiliza como paradigma cuando se habla precisamente de la necesidad de ser
pacientes. ¿De verdad nunca se desesperaría Job?
Según los pasajes
bíblicos no y eso lo engrandeció más ante Dios.
Precisamente Santo
Tomás de Aquino dijo al respecto que la desesperación nos paraliza porque nos
aparta de los auxilios que Jesús nos ofrece.
Así es que cuando
llegue la desesperación, recuerde lo de los peces dentro de la pecera y la
historia sobre la paciencia de Job. ¿No le parece...?
La lectura es vida, lo
demás...es lo de menos...hzr@prodigy.net.mx
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