Si el Señor de los relojes, Amado Yáñez, dueño de la
empresa Oceanografía ha ganado millones y millones de dólares como contratista
de Petróleos Mexicanos, no es raro que se haya dado el lujo de obsequiar 40
relojes de 40 mil dólares, aproximadamente, cada uno a igual número de
empleados de alto nivel de la paraestatal.
Los relojes los obsequió el señor Yáñez con motivo del
40 aniversario de la fundación de esa empresa que ahora anda metida en
problemas tanto en México como en el vecino país del norte.
Imagínese lo comprometido que deben haberse sentido
los empleados de Pemex con ese regalito que les hizo el dueño de Oceanografía,
pues fue un reloj de aniversario, fabricado por una de las empresas relojeras
de más prestigio en el mundo.
Y si Pitágoras no me engaña, esos 40 relojes equivalen
a algo así como un millón 600 mil dólares.
Picata minuta para el señor Yáñez.
Y ante la generosidad de este empresario del sureste
mexicano, cabe la interrogante de qué les obsequiaría a los meros, meros
petateros de Petróleos Mexicanos.
Además un cuestionamiento a los que aceptaron el
regalito: ¿Por qué no lo entregaron a la Secretaría de la Función Pública, bajo
el argumento de que los servidores públicos federales de todos los niveles no
pueden aceptar regalos costosos, prácticamente de más de mil pesos?
Además, el reloj fue por los 40 años de Oceanografía,
lo que significa que podría haber otros muchos regalos por otras fechas
importantes en la vida del empresario ahora metido en problemas legales.
¿Quién o quiénes favorecieron a Amado Yáñez y socios
de Oceanografía?
Se supone que eso es lo que se está investigando, pero
suele suceder que cuando se descubren nombres de políticos encumbrados, todo
queda en el intento de aplicar la justicia.
Por cierto, recuerdo que el líder agrario Juan Manuel
García de Jesús, en sus tiempos de dirigente de la CCI, había gestionado ante
Petróleos Mexicanos la concesión de una estación de servicio Pemex para el
ejido Ley Federal de Aguas No. 5 ubicado en el Valle de Santo Domingo, en el municipio
de Comondú, BCS.
Durante mucho tiempo, Juan Manuel estuvo picando
piedra y tocando puertas para lograr la autorización, pero no lo lograba.
Lo enviaban con el secretario, del secretario, del
secretario, del secretarios, etcétera.
Un buen día que andaba allá por el DF, decidió
insistir en lo de la conexión de Pemex y dice que cuando platicaba con el
secretario del secretario, etcétera, aquel individo se le quedó viendo a la
muñeca donde el líder campesino llevaba un reloj Orient, que no era nada del otro mundo, pero que deslumbró a aquel
burócrata empedernido.
García de Jesús, se dio cuenta del detalle y le dijo
que si le gustaba el relojito que se lo obsequiaba, y ante el movimiento
oscilatorio de la cabeza del secretario en sentido positivo, se lo entregó.
Luego de colocárselo en su muñeca, dijo:
“Esta misma semana queda arreglado lo de su concesión
y si ocupa otras, usted nomas me dice”.
Después, cuando regresó por el documento, Juan Manuel
le llevó a aquel empelado una loción de esas de importación, que no había en el
DF.
Así es que imagínese si eso hizo un relojito de
escasos 300 pesos de aquella época, qué puertas no abrirá uno de 40 mil dólares
como los que regaló don Amado.
Cosas vederes, Sancho.
La lectura es vida, lo demás… es lo de menos…hzr@prodigy.net.mx
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