¿Cuáles fueron las fallas del programa Solidaridad que puso en boga durante su
mandato sexenal, Carlos Salinas de Gortari?
Para saberlo a fondo, habría que investigarlas y eso
lleva tiempo y, además, requeriría mucho espacio y es complicado y tedioso.
Desde mi punto de vista, sin embargo, considero que
una de las causales de que Solidaridad
se fuera al caño junto con aquella aspiración de los que gobernaban con Salinas
de hacerlo durante unos 24 años, es la corrupción.
Después se sabría que el cemento utilizado en las
obras debía comprarse a una sola empresa y que las placas aquellas donde se
plasmaba la obra realizada, las elaboró un amigo cercanísima al expresidente y
las cobró a precio de oro.
La corrupción es un mal que permea las acciones
gubernamentales en sus tres niveles.
Y muchos de los programas que tienen alto sentido
social, allí se estrellan.
Quiero creer que quienes diseñaron la Cruzada Nacional
contra el Hambre, deben haber revisado, precisamente, cuáles fueron las fallas
de Solidaridad a fin de que con este
nuevo programa se repita el fracaso de aquel.
Uno de los objetivos primordiales de la Cruzada es
paliar el hambre que padecen casi 8 millones de mexicanos que viven en pobreza
extrema.
O sea, que como se dice vulgarmente, no tienen ni en
qué caerse muertos.
Por lo tanto, el programa es loable y plausible.
El problema es que luego ocurren casos como esos de
que algunos de los beneficiarios venden los alimentos que contienen las
despensas que se les entregan como parte de los programas de la Cruzada.
En una de las regiones de Chiapas, que es uno de los
estados donde se ubican los índices mas elevados de pobreza extrema, junto con
Oaxaca y Guerrero, una de las indígenas beneficiadas con una despensa de las
que entrega Diconsa, revende parte de los alimentos que se le entregan
mensualmente, porque argumenta, tiene que obtener recursos para que sus hijos
estudien.
En Durango, mi estado natal, se descubrió hace unos
días, que en una de las tiendas de la cadena Waldo´s, se estaban vendiendo
latas de atún de las que se incluyen en los programas sociales del gobierno
federal.
La persona que las compró, se dio cuenta de que las
latas de atún traían una etiqueta sobrepuesta y que la original tenía la
siguiente leyenda: “Este programa es público y gratuito, ajeno a cualquier
partido político, coordinado entre el gobierno estatal y el gobierno municipal,
queda prohibido su uso para fines distintos al desarrollo social”.
¡Pa´ su mecha!
Yo creo que nadie que esté en su sano juicio se
opondría a que en México ninguna persona padezca hambre, derivado de programas
sociales impulsados por el gobierno en sus tres niveles.
Pero a lo que si nos oponemos y me incluyo, es a que
se manipulen los programas, a que se permitan prácticas corruptas y a que,
algunos partidos políticos, lleven agua a sus molinos, ofreciendo a sus
afiliados y a quienes pretenden que lo sean, artículos que son parte de programas
sociales para apoyar a los que menos tienen.
Lo de Solidaridad fue ya hace más de 20 años y el
número de pobres no ha bajado sino que se ha incrementado.
Esperemos que con la Cruzada y otros programas
similares, se puedan lograr mejores resultados.
¡Querer es poder!
La lectura es
vida, lo demás…es lo de menos…hzr@prodigy.net.mx
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