Ironías de la vida:
A Gustavo García Márquez, hermano del mítico recién
fallecido Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez, le pasó algo similar a
lo que le sucede al personaje principal de la novela El coronel no tiene quien le escriba: nunca le llegó la pensión que
el gobierno le había prometido.
Pareciera que la ficción novelística del famosísimo
escritor colombiano, se hubiera convertido en realidad en el caso de su
consanguíneo, Gustavo.
Según una información que circuló días antes de que el
premio Nobel colombiano falleciera en la capital del país, su hermano Gustavo murió
el pasado domingo 9 de marzo sin que recibiera la pensión que su familia le
había pedido al gobierno de Colombia, según narró la viuda de quien se
desempeñó como diplomático.
La señora Lilia Travecedo, ahora viuda de Gustavo
García Márquez, dijo que su marido había enfermado cuando se desempeñaba como
cónsul de Colombia en la ciudad venezolana de Barquisimeto y por ello, ante
recomendación médica, tuvieron que regresar a Barranquilla, Colombia donde
tenían su residencia familiar.
Ante esa crítica situación, la familia del
exdiplomático solicitó una pensión al gobierno, pero este la negó y a cambio
ofreció una indemnización que la viuda rechazó.
Creyendo en que, finalmente, el gobierno colombiano
reaccionaría y le otorgaría la pensión, esta nunca llegó, pero sí la muerte de
Gustavo, el 9 de marzo del 2014.
Y aunque en la trama novelística de El coronel no tiene quien le escribe, el
personaje central, no muere, sí se queda esperando una pensión que debía
otorgarle Aureliano Buendía, quien es uno de los protagonistas centrales en Cien años de soledad, obra cumbre del
genial escritor colombiano, la que por cierto escribió ya viviendo en la ciudad
de México.
Desconozco si Gabriel García Márquez se enteró de lo
de la negativa a la pensión que reclamara la viuda de su hermano porque la
última vez que se vieron, según citó la señora Lilia a un diario colombiano,
fue en 2003 cuando el premio Nobel viajó a Cartagena de Indias y estuvo de
visita en la casa de su consanguíneo.
En El coronel no
tiene quien le escriba, el personaje central, de quien nunca se sabe su
nombre porque no se cita, era un hombre muy pobre que vivía con su mujer y su
hijo, quien era muy aficionado a las peleas de gallos y quien, curiosamente, es
asesinado cuando repartía propaganda subversiva en un escenario donde se
realizaban aquellos espectáculos con aves de combate.
Precisamente, los magros recursos económicos que
percibían el coronel y su mujer, eran los que les daba su hijo, pero al morir
este, el panorama familiar se ensombreció pues
aunque un gallo de pelea que les dejó de herencia bien podría
significarles ingresos, pero hasta dentro de algunos meses, ello obligó a que
el septuagenario militar solicitara una pensión por los años que en su juventud
había trabajado para Aureliano Buendía, durante la llamada Guerra de los Mil
días.
Por ello, todos los viernes y durante más de 15 años,
bajaba a la oficina de Correos del pueblo, para preguntar si no le había
llegado una carta en la que viniera la respuesta a su ansiada solicitud de
pensión y miraba con ansias el arribo de navíos esperando que en uno de ellos
llegara tan valioso documento.
La novela El
coronel no tiene quien le escriba, que salió a la venta en 1961, la llevó
al cine, el controvertido cineasta Arturo Ripstein en 1999 y en ella hace el
papel protagónico, el genial Fernando Luján.
Seguro estoy que cuando Gabriel García Márquez hizo la
citada novela, nunca se imaginó que años después, uno de sus hermanos viviría
una situación casi igual que el coronel, al que nunca le escribieron y mucho
menos, le otorgaron su pensión.
La lectura es vida, lo demás…es lo de
menos…hzr@prodigy.net.mx
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