La semana pasada
durante una entrevista para la TV que le hizo Ricardo Rocha a los integrantes
del grupo musical La Oreja de Van Gogh,
dijo algo que me pareció digno de comentar en este humilde espacio.
El mejor entrevistador
de la televisión mexicana mencionó que alguna vez, Gabriel García Márquez, el
gran Gabo, había dicho que él jamás
compondría una canción, que eso de la composición musical no se le daba a pesar
de ser el excelente escritor que fue al grado de haber ganado el Nobel de
Literatura en 1982 y que ese género literario, era el menos apreciado.
Hace unos días, en
este mismo espacio mencioné que el gran cantautor argentino Franco de Vita,
habló del tema en una entrevista, también para la TV y dijo que sería justo que
se reconociera más a los autores de las canciones que la gente escucha y que
piensa que quien las canta, también es el autor y daba como ejemplo las que él compuso
especialmente para Chayanne, Contra
viento y marea, Y tu te vas, Un siglo sin ti.
¿Por qué aun con toda esa
genialidad y facilidad para la escritura, que tenía el gran colombiano Gabriel
García Márquez, no podía componer alguna canción?
Tal vez, porque la
inspiración lo llevaba a la creación de cuentos y novelas, que con el tiempo, lo
convirtieron en la celebridad que es y que lo será por siempre.
Pero cuanta razón
tiene el gran Gabo al decir que el
género de la composición musical y no me refiero, obviamente, al de la música
clásica o culta, sino a la música popular, es el más incomprendido a pesar de
que millones de seres humanos abrevamos en las canciones para diluir o retraer
recuerdos, para expresar emociones, etcétera.
No tengo ni idea del
número de compositores de música popular que hay en el mundo, en Latinoamérica
y específicamente en nuestro país, pero hay nombres muy destacados, en todos
los géneros musicales, que permanecen en la memoria colectiva al paso de los
años y que sólo mencionaré algunos de los más reconocidos en México, como, Ernesto
Cortázar, Manuel Esperón, Guty Cárdenas, Agustín Lara, Consuelito Velázquez, María
Greever, Víctor Cordero, Alvaro Carrillo, Alfonso Esparza Oteo, Pedro de
Urdimalas, Pepe Guízar, Tomás Méndez, Alberto Raúl Cervantes, Rubén Fuentes, Felipe
Valdez Leal, José Angel Espinoza Ferrusquilla,
Gonzalo Curiel, Roberto Cantoral, Juan Záizar,
Armando Manzanero, Homero Aguilar, Felipe Gil, Juan Gabriel, José María
Napoleón, Bulmaro Bermúdez, Cuco Sánchez, Cornelio Reyna, Lalo Mora, Teodoro
Bello, Chava Flores, Oscar Chávez, Sergio Esquivel, Elbert Moguel, Jorge
Massías, Lupe Esparza, Joan Sebastian, Marco Antonio Solís, Martín Urieta,
Fato, Ely Guerra, Leonel García, Mario Domm, Natalia Lafourcade, Samo, Yuridia,
Espinoza Paz y muchos más.
Entre los
internacionales, no podría dejar de mencionar a Boby Capó, Pedro Flores y
Rafael Hernández de Puerto Rico; Manuel Alejandro, Juan Carlos Calderón, Joan
Manuel Serrat, Joaquín Sabina, Camilo Blanes, Alejandro Jaen, Rafael Pérez
Botija Miguel Bosé y Alejandro Sanz de España; Mercedes Sosa, Facundo Cabral,
Alberto Cortés, Piero, Leonardo Fabio, Palito Ortega, Leo Dan, Elio Roca, Dino
Ramos, Diego Verdaguer, Alejandro Lerner, Ricardo Montaner y Noel Schajris de
Argentina; Milton Nascimento, Roberto Carlos y Nelson Ned de Brasil; Rudy La
Scala, Oscar de León, Carlos Mata y Franco de Vita de Venezuela; Chabuca
Granda, de Perú; Violeta Parra, Myriam Hernández y Beto Cuevas de Chile; Benny
Moré, Dámaso Pérez Prado, Compay Segundo, Pablo Milanés, Silvio Rodríguez y
Amaury Pérez de Cuba, etcétera.
Algunas veces no
ponemos atención en lo que dice la canción pero si lo hacemos, veremos que
muchas de ellas son verdaderos poemas, piezas literarias que tocan las fibras
más sensibles de nuestras mentes y corazones.
Nos hacen llorar, reír
o gritar de alegría.
Decía don Alberto Raúl
Cervantes, autor de Cien Años y otras
canciones que popularizaron Pedro Infante y Javier Solís, con el bolero
ranchero, que como autor de ese género a él le hacían el fuchi en los círculos literarios de la capital del país, pero que
llegó a escuchar a algunas de las grandes figuras de la literatura mexicana,
tararear sus composiciones y eso lo hacía sentirse muy orgulloso.
La lectura es vida, lo
demás…es lo de menos…hzr@prodigy.net.mx
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