A pesar de que con
frecuencia veía mi padre disputar partidas de ajedrez mientras atendía la
tienda propiedad de la familia, debo confesar que nunca me atrajo la idea de
poder practicar el llamado deporte ciencia.
Y es que en esa época
de mi vida, lo único que me llamaba la atención era ir a jugar con mis amigos a
los juegos tradicionales de entonces: canicas, trompo, yo-yo, balero y las idas
a bañarnos al río.
No se qué tan bueno
para el ajedrez sería mi progenitor, pero lo practicó muchos años de su vida.
Incluso, cuando llegamos a Ciudad Constitución en la década de los 70´s, aceptó
el reto de jugar con don Juan Pedrín Navarro quien a la sazón era jefe de la
oficina de Hacienda y uno de los ajedrecistas con más prestigio en la entidad
sudcaliforniana.
Dicen que el ajedrez
es un deporte para sabios y debe ser porque quien lo inventó debió haber tenido
una sabiduría enorme.
Tan enorme que, según
cuenta la historia, cuando el rey del país donde residía el inventor conoció el
juego lo mandó llamar y le dijo que le pidiera lo que él quisiera que le sería
concedido sin importar lo que fuera.
Pero como suelen ser
los hombres sabios, el inventor del ajedrez también era muy humilde y nada
pretencioso. Le dijo al rey entonces que lo único que le pediría serían dos granos
dobles de trigo por cada escaque del juego, es decir los cuadritos que suelen
pintarse de blanco y negro y que son 64.
El soberano se
sorprendió de que el sabio inventor aquel sólo le pidiera tal cantidad de
granos de trigo y dijo que con mucho gusto los entregaría pensando en que era
muy poquito, pero da la casualidad que
eso ocurrió hace cientos de años, por no decir miles y los granos de trigo se
les siguen entregando a los descendientes del creador del ajedrez, pues si
usted multiplica dos granos por cada escaque llega el momento en que son
millones y millones y no termina de contarlos.
Lo anterior viene a
colación porque leí con interés una nota en la que se informa que el excampeón
mundial de ajedrez, Garry Kasparov está promocionando en 20 países de América
Latina que entre las materias que deben estudiarse en el nivel básico, una de
ellas se la teoría, conocimientos y práctica del deporte ciencia.
Entre esos países se
encuentra México y al parecer todo indica que la idea del ajedrecista de origen
ruso, puede aplicarse como parte de los programas con los que la Secretaría de
Educación Pública busca mejorar la calidad educativa de la niñez mexicana.
No se si el titular de
la SEP federal, Emilio Chuayffet practique o haya practicado el ajedrez, pero
sí se que es uno de esos que se llaman chicos de dieces, porque a su paso por
las aulas en todos los niveles educativos siempre obtuvo 10 en todas las
materias, como lo hizo Ernesto Zedillo y acá en BCS, Rubén Muñoz Alvarez, a
quien por cierto, su padre le inculcó el gusto por el ajedrez.
Entonces, si el señor
Chuayffet fue un estudiante brillante y es un hombre con una sólida formación
humanista, lo más seguro es que de su respaldo a la propuesta de Garry Kasparov
para promover el ajedrez, quien dice que practicar ajedrez en las escuelas
primarias con niñas y niños de 6 a 9 años, mejora dramáticamente el desempeño
de los educandos.
México necesita
ciudadanas y ciudadanos con más y mejores conocimientos educativos y si una de
las herramientas que pueden contribuir a lograrlo es el ajedrez, pues entonces
vamos todos ¡a jugar el deporte ciencia!
La lectura es vida, lo
demás…es lo de menos…hzr@prodigy.net.mx
No hay comentarios:
Publicar un comentario