Con motivo de su cumpleaños número
53 celebrado apenas el pasado lunes 4 de agosto, decidí rescatar esta carta
dirigida al presidente de los Estados Unidos de América, Barack Hussein Obama,
para felicitarlo, pero al mismo tiempo para decirle que…
“La justicia, no está en los
escritorios de los que la aplican, sino en los corazones de aquellos que la
reclaman.
Que se puede hacer justicia y no
ser justo.
Que así como usted es de
poderoso, también al mismo tiempo es débil, como el gran sol que es opacado por
la nube, que luego es dominada por el viento, el que a su vez no puede mover
una montaña por más fuerte que sea, la que es horadada por un !humilde ratón!
Usted, señor Obama, ofreció en su primera campaña como
candidato presidencial, que lucharía con todas sus fuerzas por lograr la
reforma migratoria que permitiera legalizar el status de permanencia en su
país, de al menos unos 10 a 13 millones de inmigrantes que han ido allá en
busca del llamado sueño americano.
Siendo Estados Unidos de América
el país de las grandes libertades, ellos también se sienten libres, pero en
realidad son prisioneros de su propio destino.
Y debe de saber usted, señor
presidente, que millones de compatriotas nuestros, así como su brillante y
luminoso compañero de raza, Martín Luther King dijo en su legendario discurso
que tenía un sueño, así también ellos han tenido un sueño: el poder vivir en su
país, sin sobresaltos, sin incertidumbres y sin miedo a ser deportados.
Háblele al corazón de sus
legisladores federales pues si bien es cierto que un ser humano sin
sentimientos, es como una guitarra sin cuerdas, ellos son personas como usted y
como yo, no instrumentos musicales.
En estos cuatro años en que usted
ha gobernado en una primera etapa a su poderoso país, se han registrado miles
de deportaciones que han dejado a familias enteras, fraccionadas, con un enorme
dolor en sus almas y en una situación de indefensión.
Imagínese señor presidente Obama,
tan sólo por unos segundos, que de no ser usted quien es y que estuviera en la
misma situación de ellos, que repentinamente su esposa Michelle o sus hermosas
hijas, Natasha y Malia Ann fueran deportadas, ¿cómo se sentiría su corazón?:
Como los corazones angustiados,
del padre, de la madre o de los hermanos que esa política migratoria tan
agresiva contra nuestros paisanos, han sido víctimas de la deportación.
Ellos creyeron aquella primera
vez en usted.
Y también creyeron en esta nueva
campaña para su reelección que recién terminó en noviembre próximo pasado.
Por eso le dieron de nuevo su
voto.
Porque, a pesar de todo, aún
creen en usted.
No los desilusione.
Si entre esos millones, hay unos
cuantos que no merecen vivir de manera permanente en su nación por ser personas
indeseables, todos los demás no tienen la culpa de ello.
Ustedes tampoco tienen la culpa
de que algunos de sus paisanos que radican en nuestro país, sean personas, non
gratas.
Luche por lograr ese objetivo de
la reforma migratoria.
Así como lo hizo Martin Luther
King, que si bien no vio cristalizado ese sueño, hoy sus hijos y los hijos de
ellos, ya no son juzgados por el color de su piel, sino por sus acciones”.
Aunque sé que es harto difícil que
usted lea esta misiva, lo saludo con respeto y admiración.
La lectura es vida, lo demás…es
lo de menos…hzr@prodigy.net.mx
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