Según un documental televisivo, hay grandes esperanzas de
que los sordos puedan oír algún día no muy lejano. Digo sordos, no políticos,
que ni nos ven ni nos oyen.
Los científicos descubrieron que una especie de mosca,
escucha los ruidos de sus potenciales víctimas hasta una distancia de 50
metros.
Si tomamos en cuenta el tamaño del insecto volador, esa
cifra llevada a una escala mayor significaría muchos kilómetros de distancia.
Es decir, como la famosa hormiga atómica de la serie de
televisión, esa mosca posee un oído biónico y los estudiosos del tema de la
sordera investigarán los componentes del mismo para ver si se puede reproducir
de manera sintética y colocarlo en los oídos de las personas que no escuchan.
Los aparatos auditivos son ya una realidad, es cierto.
Pero estos sólo funcionan en aquellas personas que no
perciben claramente los ruidos.
La idea de que se pueda reproducir el aparato auditivo de la
mosca en cuestión es para ayudar a aquellas personas que desde que nacen no
pueden oír y que los actuales implementos que se han inventado hasta la fecha
no les solucionan su problema.
Los humanos hemos aprendido mucho de los animales.
Los chinos por ejemplo, cuando detectan un extraño
comportamiento en sus animales domésticos, saben que va a ocurrir un terremoto
o algún otro fenómeno natural de devastadoras consecuencias.
Los mineros de otras épocas, llevaban canarios en su
actividad bajo tierra para detectar el gas metano, que es uno de los más
explosivos.
Si las aves se morían, era una clara señal de que en la mina
había el letal gas metano.
Ese que destruyó el Sector Reforma en Guadalajara aquel
trágico 22 de abril de 1992.
Claro que allí el metano se combinó con el derrame de más de
1.5 millones de hidrocarburos que fueron a parar a la red del drenaje y eso
desencadeno el infierno que vivieron los habitantes de la capital jalisciense
muriendo 223 de ellos.
Ya sabemos que en los laboratorios donde se experimenta con nuevos
medicamentos, se utilizan conejillos de indias y otras especies a las que primero
se les aplican las dosis de esos fármacos que después, si se tiene éxito,
saldrán al mercado.
De las abejas por ejemplo, copiamos su sistema de
enfriamiento de los panales.
Este se aplicó en los automóviles y en los aires
acondicionados.
En todos los países del mundo se estudia a algunos animales
que tienen determinadas características o propiedades que los científicos
consideran pueden aplicarse en la medicina, o en otros campos del quehacer
humano.
Las cifras hablan de algo así como 100 millones de animales
anualmente.
Curiosamente, los nazis habían declarado delito la
investigación con animales.
En cambio ya ve cómo trataron a los judíos: peor que a
animales.
De los tiburones se estudia por qué nunca se enferman, por
ejemplo.
De las tortugas, su longevidad.
De algunos peces, su resistencia a grandes profundidades y
su adaptación perfecta a la oscuridad total.
A mí me gusta mucho observar a los animales.
Ver sus reacciones.
Precisamente ayer que reflexionaba sobre el experimento con
lo de la mosca esa, me quedé observando a la pareja de periquitos australianos
que tenemos en una jaula. A pesar de esta empollando dos huevecillos, le
estaban dando duro y macizo a eso de hacer el amor. ¿De dónde le sale tanto
vigor al macho?, me pregunté.
Por lo pronto, desde ayer empecé a tomar licuados de
alpiste.
Digo, por si acaso...
La lectura es vida, lo demás...es lo de
menos..hzr@prodigy.net.mx
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