martes, 12 de agosto de 2014

Temas y...¡qué tanto es tantito!

Si bien es cierto que en uno de sus más famosos tangos, el cantante argentino Carlos Gardel dijo que 20 años no es nada, bien pudiéramos decir que 60 milímetros es pecata minuta.
El problema es que la metáfora temporal de Gardel tal vez a nadie le haya provocado un daño hasta ahora, pero esos 60 milímetros, es la diferencia que se detectó en las entradas y salidas de las curvas de la ahora famosa L-12 del Sistema Colectivo de Transporte del DF, mejor conocido como El Metro.
Y si 49 pequeñines murieron abrazados por las llamas aquel trágico mediodía del 5 de junio del 2010, en la guardería ABC sin que las autoridades correspondientes se conmovieran, pues lo más probable es que esos 60 milímetros que deben ajustarse en los rieles de las vías de la L-12 del Metro allá en la capital de la república, ni cosquillas les hagan a quienes tienen que corregir el defecto y a quienes lo propiciaron.
Pero no hay que perder de vista que a pesar de ser el 60 una cantidad tan mínima y que en este caso, se habla de milímetros, esta falla en el diseño de esa obra ferroviaria tan importante, ha representado la pérdida de miles de millones de pesos y además, molestias mil a quienes la venían utilizando para desplazarse con más prontitud a sus lugares de trabajo o de diversión.
Es más, al exjefe de gobierno Marcelo Ebrard, al actual, Miguel Angel Mancera, a los que construyeron la obra, a los que la supervisaron y aprobaron, a los asambleístas que autorizaron el dinero y a todos los involucrados, deberíamos mandarlos a los próximos Juegos Olímpicos en la rama del deporte del Ping pon, o tenis de mesa, porque son rebuenos para echarse la bolita.
¿Qué ha pasado con ese tema?
Aparentemente la cresta de la ola ya pasó y todo parece indicar que habrá borrón y cuenta nueva, como suele suceder cuando se trata de obras de los gobiernos en sus tres niveles.
Recuérdese el caso más reciente de la famosa Estela de luz, allá también en el DF, la que cuando se proyectó para realizarla se presupuestó en menos de 500 millones de pesos, que  ya de por sí son muchos y que terminó costando casi mil 300 mdp.
Se sometió al imperio de la ley a algunos servidores públicos menores pero de allí no pasó y el tiempo, que todo lo cura y provoca olvidos, se está encargando de diluir ese acto de corrupción, uno más de los miles que se han cometido, que se cometen y que se seguirán cometiendo, por lo siglos de los siglos…
Hace tiempo escuché una grabación en la que se ordena que las tapaderas que se colocan en los pozos de visita de la red de drenaje de La Paz, BCS, se hicieran de unos 20 a 30 centímetros menos, lo que permitía ahorrarse costos pues en un número importante de estas la solera necesaria para construirlas, era menor y la ganancia era para los encargados de esa obra.
Cada vez que paso por una tapadera y esta suena como si llamara a combate en el boxeo, me acuerdo y al mismo tiempo me da la idea de que se sigue utilizando la misma estrategia para ganarse un dinerillo extra, mal habido, desde luego.
¿No hay manera de castigar a quienes cometen errores en las obras gubernamentales?
Esa parece ser una interrogante sin respuesta.
Pero allí están las leyes, con todo y que nos las pasamos por el arco del triunfo.
Ya el presidente Enrique Peña Nieto dijo que nadie por encima de la ley y creo que así debe ser siempre, ¡peroooooooo!
La lectura es vida, lo demás…es lo de menos…hzr@prodigy.net.mx




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